Parejo debe salir, decían. Ahora, lo que toca, es sacarlo. Con discreción, sin devaluar, más, el valor del jugador. No por su nocturnidad y supuesta melopea. Por su desorden...
VALENCIA. ¡Me encanta esta ciudad! Cuando uno pensaba en como estrujarse los sesos para ofrecer algo a los benditos lectores de Plaza Deportiva en una semana sin fútbol de por medio, estalla la bomba deportiva, que diría García. Un vídeo grabado con nocturnidad, alevosía y verticalidad, de uno de los capitanes del Valencia quemando la pista de baile. Y Twitter arde, claro.
Vale, dejemos de lado las chanzas acerca de la música, la vestimenta y el estado, porque, queridos lectores, el que esté libre de pecado, que pida la primera ronda. En estas fechas de comidas y cenas de empresa, más de uno se sentiría abrumado ante diversas cobras, excesos y coreografías grabadas por instrusistas de papparazzi de las que solo se libra el que tiene gripazo y está en cama o el que, inteligente y sibilino, aduce un motivo inexcusablemente fantástico para malgastar su tiempo en otras acciones más allá de beber garrafón y meter ficha sin éxito.
Lo bien cierto es que el novísimo y actualizado ParejoGate nos hace tener la piel fina en este sentido. Y con razón, quizá. Exigimos nuestra cuota de felicidad desde tiempos inmemoriales -Roma antigua, supongo-, y nos creemos dueños del sudor del gladiador o del atleta, porque por algo hemos pagado la entrada al circo, al estadio o a la tele por cable.
Y oigan, estos de inmaculados y superhombres, nada. Tienen sus miedos, sus manías, sus rarezas y sus necesidades como usted y como yo. Lo que no podemos esperar es que chavales de menos de treinta años se comporten como normales padres de familia de cincuenta. Ni el sentido común lo tienen tan agudo, ni la vida fácil, económicamente hablando, facilita esas luces. Claro está que Parejo no debía haberse dejado grabar por el tipo. El tipo. Esa es otra. No les quepa duda que el autor del vídeo de valencianista tiene poco. Sabe que es bomba de relojería difundir imágenes de uno de los capitanes a altas horas de copas, guitarra y cachimba. Corresponsales con smartphone. El nuevo periodismo. Gracias. En realidad, creo que al tipo le da igual. Rulando el vídeo a sus colegas, flipando de zona VIP, supongo, y poniendo en el disparadero, una vez más, al diez del Valencia, que peca de buen chico, por no decir otra cosa.
Lo bien cierto es que la patata caliente ahora, en este momento, la tiene el club, personificado por quien sea que mande ahora en este sentido, sea García Pitarch, Prandelli o la Santísima Trinidad. Un vídeo privado vuelve a dinamitar cualquier tipo de planificación, devaluando activos que se encuentran, más que nunca, en la rampa de salida. Quedándonos una cara de tontos al ver que, otra vez, se mancha el escudo. Pero no por la salida y el rendimiento fuera. La censura viene por el rendimiento en el campo, por el continuo desprecio a una entidad que apostó por sacarlo de Getafe y hacerlo futbolista de Primera División con continuidad. Dándole galones, de número y de cinta, como solo se le ha dado a grandes como Fernando. Teniendo actitudes de sindicalista. Derechos todos, obligaciones pocas. Con lo fácil que es. En esta ciudad somos tan pasionales que, a poco que nos alegren la vida con esto del balón, no nos duelen prendas al derrochar alfombras rojas y juegos florales. Incluso a entrañables tuercebotas con la honradez y los pulmones por bandera.
Pero no. Se elige el otro camino. Casi siempre. Y miren que esto es viejo. Lo de salir, digo. Salían Kempes y sus compañeros, salían los héroes del doblete y salía hasta Emery, con algún jugador de socio incluso. Pero no es la salida lo que molesta. Estoy seguro que no le importaría a ninguno de ustedes tener juntos en su equipo a unos atemporales Best, Gascoigne, Maradona y Gorostiza en sus mejores épocas quemando Valencia la nuit si sacaran todos los partidos a favor. Porque han jaleado a Penev. Y a Romario no se le tosía, sabedor del potencial y de la particular relación con la noche de 'O Baixinho'.
La cuestión es que el deporte profesional requiere de vida ordenada. Los niños los admiran. Y ahora todos tienen acceso a todo lo bueno y lo malo que de ellos se haga o se diga. Y los jugadores mundanos han de serlo más, si cabe. Ordenados. Y si no saben, se les coloca una niñera. Ese es el quid de la cuestión. El talón de Aquiles de Dani. Creerse talentoso porque así lo dice su ficha. Cuando no. Y reincidente, por cierto. Y señalado por ser mediatizado todo en torno suyo. Dejándose grabar. Echando arena a su carrera valencianista a cada frame del vídeo. Y acabándolo de arreglar con las disculpas, acorde al desorden de su carrera. Que era su día libre. Que no había entreno al día siguiente. Supongo que aquella clase en la que explicaban el entrenamiento invisible, se la saltó.
Parejo debe salir, decían. Ahora, lo que toca, es sacarlo. Con discreción, sin devaluar, más, el valor del jugador. No por su nocturnidad y supuesta melopea. Por su desorden.