VALÈNCIA. No me pone nada la Supercopa. Pero nada, nada. Lo siento si alguien se molesta. La cita de la próxima semana en Arabia Saudí me suena a insufrible bolo veraniego, por mucho que los rivales como el Real Madrid, Barça o Atlético sean de empaque. El formato ideado por Rubiales para ganar una pasta gansa incluso le resta todavía algo de interés. Recuerda al Trofeo Carranza o al Teresa Herrera de los ochenta. Pero sin equipo brasileño leñero. Es cierto que el Valencia CF está a tan solo dos partidos de conquistar un título oficial, pero más cierto es todavía que el verdadero objetivo del club de Mestalla es LaLiga. Volver a clasificarse para la Liga de Campeones es una obligación. Una necesidad para la entidad. Deportiva y económica. No queda otra.
Y luego está la Champions. “La Champions es la Champions y a ti te encontré en la calle”. La frase no es mía. Es de Jesús Barrachina. A quien, como ya dije hace tiempo en un artículo, sigo echando mucho en falta en todo este apasionante mundo fútbol valencianista. Es la mejor definición que se ha hecho de lo que es la máxima competición continental por equipos. Aunque suene al topicazo tipo “Fútbol es fútbol” de Vujadin Boskov. La Champions es la Champions porque no hay otro torneo igual. Ni siquiera que se le asemeje. Y al Valencia CF le ha dado a la par tantas alegrías como tristezas. La Champions todavía nos debe algo desde la final de Milán. Aquella derrota, de la forma que se produjo, fue un palo muy duro. Dos finales consecutivas perdidas…. Cuesta dejarlo atrás. Por mucho tiempo que pase. ¡Qué grande fue todo aquello! ¡Qué privilegiados los que lo pudimos vivir en primera persona! Por eso la Supercopa me importa un pito. Yo paso de la Supercopa. Solo pienso en LaLiga y en el 19 de febrero ante el Atalanta.
Digo que la Champions nos debe algo. Pero no hablo de ganarla. Eso está en japonés, que diría el bueno de Luis Aragonés. Hablo de disputar otro partido mítico o alguna eliminatoria de leyenda, ante uno de los ocho mejores equipos del continente.
Estaría bien que nos lo podamos empezar a cobrar en esta ronda de octavos de final contra el Atalanta. ¿No había otro campo al que regresar que no fuera San Siro? Igual ese es el guiño definitivo a la historia que estábamos esperando. Ojalá. Porque además de la final ante el Bayern, ha habido dolorosas eliminaciones como la del año 2003 ante el Inter, en cuartos, con un claro penalti de Materazzi a Juan Sánchez que el árbitro danés Milton Nielsen no quiso pitar. O la del año 2007, ante el Chelsea y también en cuartos de final, con un gol de Essien en el último minuto que hizo enmudecer Mestalla. Sin duda que estos son, junto a París y Milán, los dos reveses más duros que hemos sufrido.
Para mí la Liga de Campeones empieza con Claudio Ranieri. En el año 99. Todavía no le he dadodel todo las gracias por habernos clasificado, por primera vez, para una competición que marcaría mi vida personal y profesional. Creo que los valencianistas no nos dimos cuenta de lo que significó aquella clasificación, tras vencer al Mallorca de Héctor Cúper (3-0) en Mestalla en la última jornada de Liga. Teníamos la cabeza en la final de la Copa del Rey de Sevilla. Luego, llegaron los goles de Mendieta y el Piojo ante el Atlético en la Cartuja, y no nos metimos en la Champions hasta que en verano nos tocó visitar Israel en la fase previa para enfrentarnos al Hapoel de Haifa. Por cierto, que el Valencia CF jugó aquel partido con una camiseta gris horrible. Era una equipación feísima. Menos mal que luego alguien aconsejó vestir de ese color mítico que ya es el naranja.
Resulta curioso que Héctor Cúper fuera quien pudiera disfrutar de aquel Valencia CF en la Champions del 99, tras perder el último partido de Liga en el banquillo del Mallorca. Ese año, con el argentino de entrenador, el Mallorca iba como un tiro. Llegó a ser líder del campeonato muchas jornadas. Y se jugó ser subcampeón en Mestalla. Pere fue goleado con estrépito. Los goles fueron de Marcelino Elena en propia meta (ojo, no confundir con García Toral), Mendieta e Ilie. El fútbol da tantas vueltas que la temporada siguiente, mientras Cúper llevaba al Valencia CF a la final de París contra el Real Madrid, el Mallorca (que había sido tercero en Liga), se quedaba en la tercera fase de la previa europea ante el Molde noruego y el técnico Mario Gómez era despedido.
Aunque años mástarde, en la Champions de 2004, el Inter (1-5) y el Werder Bremen (0-2) nos dieron un repaso estando Ranieri en el banquillo, siempre estaré agradecido al técnico italiano por aquella clasificación del 99. En ese partido ante los alemanes, un tal Valdez, que acabaría jugando en el Valencia CF, nos mandaba de cabeza a la Copa de la UEFA con dos goles en los últimos minutos. Ese año 2004, el Zaragoza nos ganó la Supercopa en Mestalla (1-3). Le habíamos ganado en La Romareda (0-1) con gol de Vicente, pero en el partido de vuelta nos pasaron por encima. Al igual que lo que pueda suceder la próxima semana en Arabia, tampoco me importó. Paso de la Supercopa. Solo pienso en LaLiga y la Champions. Pero, ¿qué hacemos con la Copa? De eso ya hablaremos cuando llegue el momento.