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la folgatinha / OPINIÓN

Pechito bailarín

15/09/2023 - 

VALÈNCIA. Tras cuatro minutos de preguntas a Miguel Ángel Corona el director de comunicación del Valencia CF, José Manuel Segarra, activó el semaforo rojo. Ya eran suficientes. "Vamos con la última", dijo antes de que preguntara Salva Gomis. Cuando Miguel Ángel Corona contestó a las dos cuestiones de Gomis, Segarra, buen profesional, quiso cortar la intervención de cuajo para proteger al director deportivo. "Muy bien, pues aquí lo vamos a dejar", comentó. Sucedió que Corona, pechito bailarín, como cantaba Andrés Calamaro, alzó levemente su mano derecha con la palma abierta, desautorizó al dircom y les dijo, temerario y valiente, a los periodistas: "¿Algo más? Va, la última". Y estuvo respondiendo cinco minutos más.

Instalado en el silencio por comodidad y por la peculiar estructura jerárquica de Meriton Holdings, Corona flotaba en el club hasta que Gennaro Gattuso, para librarse de dar explicaciones a la prensa, lo empujo hacia las luces del escenario. Su primera comparecencia de prensa ya sorprendió, porque además de constatar que tenía voz, se manejó con cierta destreza en el centro del ruedo sin necesidad de refugiarse en el burladero.

Sus contadas intervenciones posteriores hasta la jornada del jueves muestran que Gattuso acertó dándole voz y protagonismo. Desde aquel momento, ha perfeccionado su técnica de propaganda. De hecho, debería adueñarse del rol de portavoz del club porque se desenvuelve con mayor comodidad de lo que lo hace Javier Solís.

Con sangre fría, pulsaciones bajas como si se hubiese tomado un trankimazin, educación, magnífica capacidad para encajar y sonrisa de anuncio de dentrífico, Corona, que siempre parece recién salido de la peluquería como un seductor, es el mejor juglar para el reinado de Meriton en Mestalla.

Su relato, pausado y monocorde, desespera, porque sabes que no va descarrilar ni a saltarse el guion que, previamente, se ha cocinado en la trastienda del club. Como una sirena, entona un canto dulce y melodioso que esconde varios engaños. Responde con evasivas, medias verdades y lenguaje de anuncio publicitario. Y es difícil que se le altere el pulso pese al tono de las preguntas. 

Su gesto de pedir más, desafiando a la prensa, pechito bailarín, es significativo. Está a gusto, controla el entorno y domina la escena. Es el vocero perfecto. Un soldado ejemplar. Un  robot que jamas se sublevará contra su creador.

Si en las oficinas del club hubiese una pared donde colgar las fotografías de los empleados, como vemos en las peliculas norteamericanas, las distinciones de Corona la llenarían.

Algunos compañeros le piden que dimita. Yo no me lo planteo. Me explico. ¿Por qué iba a dejar su puesto de trabajo Corona si acepta su rol y no le molestan las críticas? Además, en el jodido engranaje de Meriton no encaja un director deportivo con autonomia y personalidad. Duraría diez minutos. Así que no contemplo su salida pero tampoco le pido que dimita porque no soy quién para hacerlo. Allá cada cual con su conciencia y sus circunstancias.

¿No le preocupa que la gente en el estadio le pida que se marche?, le preguntó Salva Gomis. "No me da igual, pero soy un profesional que humildemente me dejo la vida por trabajar en este club", manifestó ayer. Lo dicho. Corona está disfrutón. Y Peter Lim está encantado con su trova.

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