VALÈNCIA. El Llevant ofreció un despliegue magnánimo de recursos futbolísticos en Cádiz y sin embargo se marchó con un solo punto, ante un rival que no generó ni una ocasión, más allá de los dos tantos. La escuadra granota dominó el partido, buscó el área de Ledesma y disfrutó de ocasiones y opciones para golear, de haber tenido más acierto de cara a gol o en el último pase. López leyó bien el partido y su equipo desbordó a un Cádiz que llegaba cojo en defensa. De Frutos, Miramón, Son e incluso Morales, que pivotó por todo el ataque, destrozaron el ala izquierda de la defensa andaluza. Partidos como este se ganan nueve de cada diez. El triunfo hubiese metido a la escuadra granota en la parte alta de la tabla.
¿Hubo culpables en los goles gaditanos? Sin duda. En el 1-0 Roger falló un pase filtrado al corazón del área rival y el Cádiz, con tres pases, consiguió plantarse ante Aitor. Por el camino a Clerc le faltó contundencia para frenar la contra y Miramón se equivocó, acudió donde no era necesario y dejó solo a Perea que fusiló a Aitor. El 2-2 nace en un córner con testarazo de Cala que se escapa de Radoja. Si no fuese porque al Llevant siempre le meten los goles en las transiciones ataque-defensa y a balón parado diríamos que son circustancias del fútbol. Errores propios, aciertos ajenos. Sin lo uno ni lo otro nunca llegaría el gol. De acuerdo. Pero este Llevant daría un salto exponencial si puliera estos defectos que le penalizan desde hace años. También es cierto que ni Miramón, ni Clerc ni Radoja cometieron más errores y que sería injusto señalarles.
Y que en el 30’ el Llevant estaba jugando para matar el partido y llegó un inesperado e inmerecido 2-2 que, a la postre, miraculosamente, sería definitivo. El partido fue un monólogo y la superioridad, aplastante. Tal vez, al equipo, le faltó la ambición de saberse mejor y no conformarse con el empate; tal vez esta escuadra deba dar un paso adelante, considerar un empate ante un rival a todas luces inferior, por lo visto sobre el césped, como una derrota.
López no consiguió lo que buscaba con los cambios: entró Melero porque tiene llegada y el Llevant pisaba área, pero perdió entonces el dominio abrumador en la medular y el Cádiz se atrevió a adelantar tímidamente la línea de presión. Así obligaba a los granota a dar más pases y asumir más riesgos para crear peligro. Entonces se retiró Roger, algo incomprensible. Además del doblete, fue un quebradero de cabeza para el Cádiz. Ayudó en defensa y en la medular, peleó cada balón, tuvo olfato, inventó segundas jugadas y pases envenenado y, además, dura a ese ritmo tres horas, si hace falta. Cuando se marchó Morales, León y De Frutos seguían en el campo, con muy poco fuelle. Y lo que pretendiera López con la salida de Rochina y Son llegó muy tarde. Aún la tuvo el lateral sevillano para crear la última ocasión. A Gómez le faltaron dos palmos para empalar a la red.
El Llevant perdió dos puntos contra un rival directo y perdió la ocasión también de encaramarse a lo alto de la tabla y meterse en otros líos, lejos de la zona de descenso.
Cádiz 2-2 Llevant UD
UNO A UNO: Aitor (sc); Miramón (6), Postigo (7) (Vezo (6) 65’), Duarte (7), Clerc (7); Malsa (7) (Melero (5) 65’), Radoja (7), De Frutos (7) (Son (6) 86’), Morales (7), León (7) (Rochina (sc) 86’), Roger (9) (Gómez (6) 70’).
—Paco López (8).
GOLES: 1-0 Perea 3’; 1-1 Roger 7’; 1-2 Roger 11’; 2-2 Cala 27’.