VALÈNCIA. El Llevant no compitió ante el Vila-real. No lo hizo de forma continuada, al menos. A rachas, en todo caso. Firmó otro partido grotesco, como ante Real Sociedad, Huesca, Eibar y, en menor medida, Betis. Con carencias flagrantes, física, técnica y tácticamente. Fue la enésima demostración de que el equipo no sólo no está pensando en la séptima plaza, sino que se encuentra ya de vacaciones, algo que Coke, en sus declaraciones posteriores al partido, tuvo la osadía de reconocer, cuando vino a decir que se habían ganado el derecho a poder perder partidos así. No se si es más vergonzoso pensarlo o, además, decirlo. Creo que alguien debería tomar cartas en el asunto, si no queremos que se nos tome por el pito del sereno.
El Llevant no es que esté dilapidando crédito a la carrera, ante su hinchada; es que, sencillamente, está tirando por la borda, una tras otra, sus posibilidades de crecimiento con una actitud incomprensible para una apabullante mayoría del levantinismo, también dentro del propio club.
Definitivamente en tierra de nadie, con 38 puntos a falta de siete partidos. Si nadie cambia el rumbo de los acontecimientos, este equipo va a seguir sonrojándonos mientras escuchamos discursos complacientes y sin atisbo de autocrítica. La temporada ha tenido momentos puntuales de gran esplendor y algunos hitos, pero también muchas sombras, excesivas, con una gran irregularidad que ha impedido sacar el máximo rendimiento a esta plantilla.
Y no todo se puede justificar con un torneo de Copa donde el equipo sufrió horrores para pasar de ronda ante el Portugalete (2ª B, 1-2 en el 90’) y ante el Fuenlabrada (mitad baja de la tabla de 2ª, por penalties) y eliminó a Racing Murcia (3ª), Valladolid y Vila-real, en el último minuto de la prórroga. Tampoco es para sacar tanto pecho, la verdad.
El Llevant fue el equipo que pareció haber jugado el jueves ante el Dínamo de Zagreb. El que de verdad lo hizo se lanzó como una escuadrilla de aviones a golear a su rival. El otro, el nuestro, firmó un esperpento defensivo que tuvo mucho que ver con meter un solo mediocentro defensivo, ante el recital ofensivo que auguraba el once groguet, con dar la titularidad, de nuevo, a Coke, siempre desbordado; y con el peor partido de Clerc desde que llegó a Orriols. Por el centro de la zaga se volvió a ofrecer la peor imagen, con Duarte lento, Postigo fallón y Vezo fuera de forma. El estado de forma física del equipo ha sido centro del debate en algunos momentos de la temporada. La situación parece que toca fondo, día tras día.
Lo dijimos hace semanas. No reajustar los objetivos del equipo, no hacer sentir a los futbolistas la necesidad de mantener la tensión competitiva podía ser desastroso a nivel de resultados. Y eso es justo lo que está sucediendo. Aunque a nadie parezca preocuparle, con la salvación en el bolsillo. Pero ojo porque el divorcio entre grada y equipo es creciente. La razón es obvia y no es nada nuevo: Orriols no muestra indulgencia con la pereza. Nunca lo hizo y nunca lo hará. En esta casa, para quien aún no lo sepa, la pereza es la peor falta de respeto posible.
Llevant UD 1-5 Vila-real CF
UNO A UNO: Aitor (5); Coke (3) (Gómez (sc) 70’), Duarte (4) (Vezo (3) 70’), Postigo (4), Clerc (3); Malsa (5) (Doukoure (sc) 78’), Bardhi (6), Rochina (5) (Melero (sc) 70’), De Frutos (6) (Son (5) 78’); Morales (4), Roger (5).
—Paco López (4)
GOLES: 0-1 Postigo pp 9’; 0-2 Gerard 12’; 1-2 Malsa 20’; 1-3 Chukwueze 64’; 1-4 Vezo pp 71’; 1-5 Chukwueze 74'