peleando a la contra / OPINIÓN

Déjà vu

8/11/2020 - 

VALÈNCIA. Quizá me serviría la crónica del partido de Los Cármenes para el de Orriols ante el Alavés. Como aquel día, el Llevant ha tenido que remontar un gol tempranero, ha jugado contra diez gran parte del encuentro y ha fallado ocasiones increíbles en el regreso al Ciutat. El empate ante el Alavés ha sido de nuevo frustrante. Para la afición, pero también para el propio entrenador y para los futbolistas, que volvieron a darlo todo. A veces las cosas no salen como crees merecer. Hay que variar la dinámica. Trabajar duro para dar con la tecla que permita el cambio de rumbo.

Otras veces da igual lo que hagas, pero ese no es el caso que nos ocupa. Si el Llevant no jugara a nada desde hace semanas, como sucedió durante la larga crisis de fútbol y resultados que desembocó en la destitución de Muñiz, sería muy fácil achacar las culpas de todo al de siempre y buscar nuevos horizontes. No es tan sencillo, sin embargo. Como ya sucedió en Granada, si el Llevant vence al Alavés, todo se ve distinto. Y ese triunfo no hubiese sorprendido a nadie. Que el palo y el rechace de León no entraran fue inverosímil. Y Gómez pudo acertar a las redes, y no a las nubes, ante Pacheco. Dos ocasiones claras. 3-1. Fin de la crisis. Fuera de descenso. Miramos arriba. Hubo otras opciones de peligro en juego, claro. Todas las generadas con un 72% de posesión. Y doce córners. Y 18 tiros a puerta.

El Llevant empató a uno por tercera jornada consecutiva. Como en Granada volvió a ser superior. De nuevo quedó penalizado por la falta de definición o la escasa inspiración en el balón parado. Antes de la expulsión de Edgar (33’), contra once, ya había percutido una y otra vez por bandas, con balones filtrados de Rochina e incursiones por el centro. El común denominador de tanta pólvora mojada fueron malas decisiones en el último pase. Clerc y Son, por ejemplo, fueron auténticos estiletes en sus bandas, acordeones incansables, pero en general metieron mal los balones al área una y otra vez. La esperada salida de Campaña (62’), además, fue contraproducente. Estuvo fallón y ralentizó el empuje granota con circulaciones inocuas y desesperantes en el balcón del área. Y gestionó todo el balón parado, algo que agradeció el Alavés.

De Frutos hizo de las suyas, pero el balón, de forma incomprensible, tardó una eternidad en fluir hacia él. Saltó en el 62’ por Rochina, que había regalado altas dosis de profundidad al equipo, con balones a las espaldas de los alavesistas. Su marcha tal vez estuvo justificada por el habitual bajón físico. También se fue Malsa, el pulmón del equipo, el único listo para una ayuda defensiva. En todo caso, sacar del campo a Rochina, Bardhi y Gómez, cuando estás loco por marcar, sólo puede tener una explicación extradeportiva: cansancio, molestias…

Cuando lo pruebas todo y nada te sale como esperas, puedes recurrir al fútbol directo o los tiros desde fuera, pero en el Llevant esas lindezas, tan prácticas, no abundan. Vezo y Son lo probaron de lejos. Bardhi y De Frutos intentaron entrar desde las esquinas del área en múltiples ocasiones. Con escaso acierto.

El reestreno en el Ciutat fue uno de los partidos más exigidos para Paco López, desde que dirige los destinos levantinistas. A este reto se enfrentó con las bajas de Vukcevic, Miramón y Roger, justo en este momento de crisis de definición. 

Lo del doble pivote ha generado ríos de tinta. Y sigue de plena vigencia. Porque la fragilidad defensiva es sistémica y nominativa. Y el doble pivote la compensa. El asunto quedó al descubierto, una vez más, con el gol de Lucas Pérez, donde la defensa tira la línea del fuera de juego a un metro de la divisoria y, además, Son se despista y lo inhabilita, pero es que el Alavés, con el Llevant volcado, tuvo alguna opción de matar el partido. Antes del empate Lucas generó un dos contra uno que resolvió mal. Ya con 1-1 fue sangrante la facilidad con que, con diez, se plantaba con peligro en las inmediaciones del área de Aitor. A última hora Deyverson, ese viejo conocido, ahora con el pelo rosa, tiró una diagonal rozando el palo. Y Aitor hizo un paradón a Joselu, a bocajarro –que de acabar en gol hubiese sido anulado por el VAR, seguramente–. A nadie escapa que Vezo está a años luz de los demás centrales y que ahora mismo su pareja más solvente es Duarte. Y si el equipo va justo en esta zona, lo lógico es exponerlo menos.

En dos semanas llega el Elche a Orriols. El Llevant tendrá el mismo entrenador e idénticos futbolistas. Hay que trabajar cosas, por supuesto, pero es difícil que, aún así, jugando de esta manera, la mala racha se perpetúe. El fútbol es un estado de ánimo. Ahora mismo, y más tras la doble ocasión marrada por León, todos en el vestuario granota creen que hay que ahuyentar este mal fario de una vez por todas. Y eso se consigue con una victoria, que será más fácil de conseguir si Vukcevic y Malsa están sobre la hierba. El fútbol granota merece mucho más que seis puntos, pese a todo.

Llevant UD 1-1 Alavés

UNO A UNO: Aitor (6); Son (6), Duarte (5), Vezo (6), Clerc (6); Malsa (7) (Campaña (3) 62’); Rochina (7) (De Frutos (6) 62’), Melero (5), Bardhi (7) (Radoja (sc) 85’); Morales (6), Gómez (6) (León (3) 73’).

Paco López (5)

GOLES: 0-1 Lucas Pérez 3’; 1-1 Morales 50’.


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