peleando a la contra / OPINIÓN

Crecer en la derrota

4/03/2021 - 

VALÈNCIA. Hacia las 7 de la tarde intenté ponerme en la piel de Morales, de Roger, de Aitor, de Bardhi, de Duarte, de Rochina… Cómo estarían reaccionando a la lluvia de pelos como escarpias que durante todo el día arreció en las redes sociales. La ciudad fue más granota que nunca. Esa percepción, ese aliento quizá quebró las piernas de los chavales, tanto como las nuestras. Son profesionales pero no son de piedra. Esta semifinal ha disparado las emociones a límites insospechados. Como no se veía quizá desde hace muchas décadas. Más allá de la nación granota, de los militantes, centenares de miles de valencianos unieron su pálpito al nuestro, por afinidad, por simpatía. Quizá jamás había sucedido algo así. Al menos desde el gran Gimnàstic de los años 20 o el Llevant de los 30 y solo en sus áreas de influencia, limitadas. Quizá algo parecido pasó en el 63 o en 2004, pero no a este nivel. ¿Por qué ahora sí? Por la recuperación, captación y fidelización de la masa social, cada día más consciente de la identidad levantina y más capaz, por tanto, de generar ilusión en clave blaugrana. El crédito emocional que este Llevant de 2021 ha conquistado tiene un valor inmenso. Es la argamasa con la que seguir construyendo el futuro.

No ha sido algo planificado, más bien espontáneo. El relato del Llevant arraiga y de qué manera. Vale, sí, ya sabemos que el fútbol es para subnormales, que perdemos la racionalidad por un gol, que arriesgamos amistades por una rivalidad, etcétera. Pero dejemos esto a un lado y pongamos en valor cómo ha crecido cualitativamente la afición granota, sobre la base de generaciones jóvenes para las que hubiese sido sencillo, y hasta natural, dejarse envilecer por un Llevant en las antípodas del yunque de la adversidad; dejarse mecer por la frivolidad que a menudo acompaña al éxito deportivo. Al contrario, este Llevant ha hecho suya la energía desbordante de esa hinchada capaz de enarbolar anoche, diez minutos después del chasco, una divisa así: "L'orgull no té preu. Ni estem per títols, ni abandonem per derrotes". Permítanme una píldora de presunción por una afición que encaja con la madurez que ayer vimos un golpe para el que no está en absoluto acostumbrada. Sí, es motivo para estar "estupidament" orgullos, que matizaba Xavi Heras.

El partido no fue el mejor del Llevant. Quizá en el fondo sí que acabó pesando el vértigo de la historia. O el cansancio y la tensión en las piernas. El centro del campo no fluyó en la construcción ni estuvo acertado en la destrucción. Y hubo menos aguijonazos en ataque que de costumbre.

El Athletic salió con presión alta, buscando un gol tempranero que alterara el tempo del encuentro y le pusiera el pase a la final a un solo gol. El Llevant reaccionó según el guión previsto, pero con menor eficacia. Al final el equipo sangró por la ausencia de Radoja (y el míster no se atrevió a saltar con Vukcevic, falto de ritmo). Rochina intentó sacar el balón con criterio y lo hizo bien mientras tuvo las piernas frescas. Malsa, sin embargo, se vio superado en la medular y Pier estuvo desbordado. El parche no salió y López, antes de cambiar al gallego, modificó el sistema para encastrarlo entre los centrales, tratando de detener el desbarajuste que Williams provocaba en la zaga.

Aún con todo, el Llevant se pudo ir al vestuario por delante, con un punto de fortuna que sí tuvo el Bilbao en la prórroga. Hubo un palo en la portería de Simón. Y el penalti fue evitable: Williams pilló dormido a Vezo y Duarte atropelló a Raúl, que lo busco. Doble error (y caro) para los centrales, que firmaron un partidazo. En realidad, como en los dos duelos precedentes, los leones generaron más acercamientos peligrosos que ocasiones reales; y el Llevant lanzaba zarpazos. El guión previsto. El 1-1, sin embargo, era el contexto que querían Muniain y los suyos.

López quiso corregir la situación en el descaso, pero su solución no salió bien del todo. Bardhi aportó fluidez, pero el Llevant seguía sin robar ni templar en la medular. Aún así consiguió frenar el ímpetu bilbaíno y evitar su presencia cerca de Aitor. En la segunda mitad pasaron pocas cosas y hubo miedo a cometer errores sin tiempo de enmendarlos. En el 105, ya en la prórroga, que siguió el guión e iba directa a los penaltis, el Llevant la tuvo para cambiar el curso de la historia. Unai Simón tuvo que volar para sacar un libre directo envenenado a Bardhi. La falta la había provocado De Marcos, frenando a De Frutos que se adentraba solo en el aérea. Ni siquiera aquí vio amarilla. La había merecido cinco o seis veces más. Como Unai López, que repartió a diestro y siniestro y acabó el partido limpio. Es grotesco este tipo de árbitros del establishment, que barren con ayudas sutiles hacia los equipos con "pedigrí". Del Cerro contribuyó así a la ligera superioridad bilbaína.

En un acercamiento aislado surgió el pepino lejano de Berenguer, el rebote en Vukcevic, el balón al palo y a la red, en una cruel carambola. Quedaban 9 minutos para marcar dos goles. Duarte se metió de ariete y el Llevant lo intentó todo. No lo consiguió pero selló la admiración y la fidelidad de miles de levantinos. El granota es un club más grande hoy. Hace 95 años, en 1926, el Llevant debutó en Copa en les Corts y el Barça le endosó un doloroso 5-0. Desde ese momento no dejó de subir escalones. El curso siguiente ganó el campeonato valenciano y así se inició la leyenda del equipazo que asombró a todos en los años 30. Aprendamos la lección.

Llevant UD 1-2 Athletic (prórroga)

UNO A UNO: Aitor (6); Miramón (6) (Coke (5) 107'), Vezo (7), Duarte (8), Clerc (7); Malsa (4) (Vukcevic (5) 84'), Pier (4) (Bardhi (7) 45'); De Frutos (6), Rochina (7) (Son (6) 84'), Morales (7) (León (5) 89); Roger (8) (Gómez (4) 90').

Paco López (7)

GOLES: 1-0 Roger 17'; 1-1 Raúl (p) 30'; 1-2 Berenguer 111'.