Hoy es 7 de octubre
VALÈNCIA. La ampliación de Pepelu por diez años hace al dianense entrar en el selecto club de las renovaciones eternas. El '8' del Levante firmó el pasado jueves hasta 2032, convirtiéndose así en el futbolista profesional con contrato más longevo en España. Su enlace, como es lógico, presenta varios asteriscos que pueden cortar la vinculación en caso de que llegue una oferta de otro club en un futuro. Por lo pronto, el Ciutat podrá disfrutar de Pepelu la próxima temporada en Segunda División, y aunque no es condición sine qua non, se antoja clave que el club consiga otra vez el ascenso inmediato a la élite. En tal caso, la cláusula de rescisión del centrocampista valenciano experimentará un ligero aumento. En la categoría de plata es una cantidad más que asumble para cualquier equipo de Primera que pudiera desear sus servicios el verano próximo, por lo que la decisión de quedarse o no volvería ser del propio futbolista.
Se trata de una cláusula de escape habitual en estos contratos de larga duración. El caso reciente más parecido al de Pepelu es el de Jon Moncayola, de Osasuna. El joven jugador de Garínoain, de la misma edad de Pepelu, firmó hasta 2031 el año pasado. Es decir, también amplió por diez años su contrato con ciertos condicionantes. La gran diferencia entre un caso y otro es la categoría en la que estaba el club rojillo cuando, en 2021, se prudujo esa última firma del navarro. Ya en la élite, Osasuna le fijó una cláusula de 22 millones de euros por las siguientes dos temporadas, 20 a partir de entonces y una reducción de 12 'kilos' en caso de descenso. Esto es, Moncayola hubiese reducido considerablemente su precio de escape en Segunda División -8 millones-.
Lo que entonces también facilitó a la entidad pamplonica poder establecer este tipo de cantidades fueron los tiempos con los que se atajó tal renovación. En 2019, Moncayola amplió tres temporadas su contrato, que entonces se extendía solo hasta 2021. Su fecha de fin pasó a ser entonces 2024 y tres años antes de tocar la campana, Braulio Vázquez cerró la renovación de la perla de Tajonar para las siguientes siete temporadas -diez años en total-. Esto contrasta con el espacio de tiempo en el que tuvo que jugar Felipe Miñambres una vez llegó a Valencia: Pepelu ya había dejado paralizada la propuesta presentada por el anterior Área Deportiva en noviembre y era libre de firmar por cualquier club, lo que mitifica todavía más lo excepcional de su caso.
La similitud del danenese con Moncayola es clara: un canterano que antepone restar en su casa a cantos de sirena del exterior. Y es que aunque el levantinista no quiso hablar este martes de las ofertas que ha tenido detrás, lo cierto es que pudo recalar en clubes con aspiraciones europeas y con realidades más idílicas que la del Levante. Sin embargo, para Pepelu prevalece el amor por el escudo, algo parecido a lo que le ocurrió a Bruno Soriano en 2012. Entonces el de Artana estuvo a punto de fichar por el Valencia con el último descenso del Villarreal recién consumado. Bruno era entonces el jugador franquicia del Submarino y llegó a comprometerse precisamente con Braulio Vázquez para firmar en Mestalla, algo que no gustó a Fernando Roig. El Villarreal se negó vender al futbolista al Valencia a pesar de que Bruno se dejó querer por los blanquinegros al entender que no podía jugar en Segunda.
El Villarreal rechazó una oferta que rondaba los nueve millones de euros. La propuesta del Valencia al futbolista prácticamente copiaba los emolumentos que percibía, pero con el matiz de pagarlos en Primera División. Sin embargo, el club castellonense no solo logró retener al internacional, sino que le amplió el contrato ese verano como gesto de fuerza. Tenía tres años más por delante, pero la entidad le puso cinco más sobre la mesa -un total de 8 temporadas, hasta 2020, año en que el valenciano colgó las botas-. "Todo el mundo sabe que ha habido ofertas y momento complicados, pero desde el principio hablé con el presidente y siempre dije que mi primera opción era el Villarreal", dijo el jugador en la presentación de su nuevo matrimonio con los amarillos e insistió en "devolver al club donde se merece". En aquel momento el retorno del club a la élite también era relevante para la continuidad de un mediocentro que más tarde vestiría la camiseta de la Selección.
Otros casos con puntos en común son los de Saúl Ñíguez o los archiconocidos del fútbol vasco, con Iker Munian e Iñaki Williams a la cabeza. Saúl firmó en 2017 nueve temporadas como futbolista del Atlético de Madrid, hasta 2026. Eso sí, más tarde, en 2020, club y futbolista negociaron nuevas condiciones en su contrato debido al rol de importancia que el ilicitano había logrado en ese momento en el cuadro de Simeone. Es una modificación que también puede sufrir el contrato de Pepelu en caso de que en los próximos años agrande su figura en el Levante y no quiera partir. La firma de diez años no exime de que puedan producirse cambios futuros para lo bueno y para lo malo -en este caso, a través de los asteriscos 'de escape' presentes en el pacto-. Mientras tanto, los ejemplos de los jugadores del Athletic son también únicos. Munian porque renovó sin cláusula de rescisión tras las polémicas salidas de Kepa y Laporte a Inglaterra tras el pago de 80 y 65 millones; e Iñaki Williams porque la elevó y firmó por nueve temporadas un año después de haber ampliado por siete.