VALÈNCIA. Ya lo dijo él mismo al concluir el encuentro de Pucela: "Mi debut es la recompensa al trabajo de muchos años que uno espera que algún día le llegue". Dani Cárdenas llevaba tiempo esperando hacer realidad el sueño que cumplió en Valladolid. Es un tipo con la personalidad suficiente para afrontar tesituras tan tensas como la del pasado viernes, y la vida le ha llevado a potenciar un carácter fuerte y una fe visible en sí mismo.
De familia humilde, Cárdenas empezó a jugar al fútbol en el equipo de su barrio por ser "un chico muy inquieto", cuenta su hermano Isi a Plazadeportiva.com: "Nos dijeron que le apuntáramos a algún deporte porque el chiquillo tenía mucha energía y tenía que gastarla, así que empecé a entrenarle yo en un grupo de niños más grandes que él", recuerda. Lo curioso es que aquel nervioso muchacho no empezó bajo los palos, sino que tuvo el aplomo, siendo prebenjamín, de ponerse los guantes cuando el portero del equipo padeció una capsulitis y le cogió miedo a la pelota. Isi eligió a su hermano porque nadie quería ser el nuevo meta: "Cuando se puso alucinamos todos. Parecía que llevaba toda la vida jugando, hacía como gestos de portero y decía que a él le parecía bien porque no tenía que correr... A los dos años vino el Espanyol a buscarlo".
"Dani no jugó en el espanyol con 9 años porque n'kono se había marchado a la copa áfrica y no pudo valorarlo"
A los hermanos Cárdenas les separan 13 años de edad. Uno tiene 23 y el otro, con 36, sigue cuidando del pequeño como cuando bajaba con él a entrenar en su barrio de Terrassa. Isi recuerda como si fuese ayer cuando Dani fue a hacer las famosas pruebas con el Espanyol... pero nunca nadie llamó a su puerta: "Coincidió que N'Kono -coordinador de guardamentas en la escuela del club perico- se había marchado con Kameni a la Copa África, así que no pudo valorarlo". Fue el primero, pero no iba a ser su único contacto con los pericos.
Dani, con nueve años, terminó aquel verano en el Natació Terrassa porque el entrenador se comprometió a ir a buscarlo a casa para llevarlo a entrenar: "En el barrio nos costaba un momento bajarlo, pero hasta la otra punta de Terrassa nos era imposible, mi padre y yo trabajábamos...", relata el hermano mayor del meta levantinista. No le hace falta tirar de demasiada memoria para recapitular: "En el segundo partido de esa temporada, vino el Barça a llevárselo".
Una personalidad fuerte que viene de familia
Y es que el pequeño de los Cárdenas la rompió muy pronto en el Natació. Una mañana en ese inicio de curso, la que hoy es mujer de Isi se encargó de acercarlo a un partido en Manresa: "Me llamó para decirme: '¡No veas tu hermano!'. Yo me preocupé: '¿Qué le ha pasado?'". Dani había sido el mejor pese a la abultada derrota de los suyos: "No le marcaron ningún gol y, cuando el míster puso al otro portero en la segunda parte, le metieron ocho. Hasta los padres del rival se quedaron boquiabiertos".
Isi asegura que, desde muy pequeño, su hermano desarrolló la fuerte personalidad que también caracteriza al resto de la familia: "Tiene mucho carácter pero es muy humilde; mucho nervio, pero luego es muy cariñoso", pondera antes de matizar: "Nosotros somos gente impulsiva pero de muy buen corazón. Damos todo lo que podemos por la gente que queremos. Él no quiere perder, se toma las cosas demasiado en serio y lo pasa mal. Pero luego, en momentos complicados, saca algo de dentro".