Ahora que parece que todo se empieza a restablecer poco a poco, podemos pensar en cómo volver a la normalidad, pero con mucha cautela. No debemos olvidar que el virus sigue ahí. Flaco favor nos haríamos si nos olvidamos de las medidas de seguridad sanitarias y de ese peligro que todavía existe. Creo que hay que saber muy bien cuáles son las prioridades en cada momento. La situación ha ido cambiando. Al principio, no se podía pensar en otra cosa que no fuera salvar vidas. Afrontar esa emergencia que estaba ocurriendo era y es fundamental y no podíamos ser egoístas ni pensar en deporte ni en Juegos. Por eso, cuando el COI nos comunicó el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio sentí que era la decisión más oportuna. Todo debía quedar en un segundo plano, el deporte también.
Como digo, parece que la situación va mejorando, pero debemos ser precavidos y tener presente que la salud es lo primero. Al principio, parecía una película de terror. Era difícil de creer todo lo que estaba ocurriendo. Están siendo tiempos difíciles para todos. Nunca antes habíamos vivido nada similar. La situación es rara y triste, pero intento mantener una actitud positiva para no caer en la desesperanza. El positivismo es muy necesario para cualquier lucha. Hemos ido asimilando todo esto poco a poco intentando convertir los pensamientos negativos en positivos para transmitir también esa calma a los que nos rodean. La ansiedad no nos lleva a buen puerto. En mi vida deportiva intento buscar también lo que nos favorece. Yo salía de una lesión, llegaba más que de sobra en buenas condiciones para este verano. Pero de esta manera, tendré más tiempo para recuperarla, entrenar y disfrutar de este año preolímpico.
Tengo más tiempo para leer, para cocinar, para estar con mi mujer. Echo mucho de menos a mi familia y amigos, pero hay que adaptarse a estos tiempos y contactar a través de las vídeollamadas.
Sigo una rutina muy bien establecida. Me despierto a las ocho, desayunamos. Ella teletrabaja y yo aprovecho para estudiar. Hacia las diez llevo a cabo una sesión física con mi propio peso, con gomas, con garrafas de agua... nos ha ido llegando material de entrenamiento. A media mañana hago una sesión de una hora de estiramientos.
Tenía una asignatura pendiente y en este confinamiento la estoy desarrollando: quería aprender a cocinar y me divierto, disfruto y aprendo muchísimo. Por la tarde, tras la siesta, estudio otro rato y luego sobre las siete hacemos entrenamiento técnico de taekwondo. Ella me ayuda aguantándome los golpeadores; se pone el peto y las protecciones conmigo. Y hacemos taekwondo como podemos en el salón de casa. Antes de cenar aprovechamos para salir a pasear trotando suave o caminando, una media hora o cuarenta minutos.