VALÈNCIA. La visión apocalíptica de la situación del Levante molesta en el cuerpo técnico granota, pero la realidad es que hoy son ellos mismos los que tienen en la mano la posibilidad de ahuyentar los fantasmas que aparecieron definitivamente en San Mamés. Volverá a ser como local pero lejos de casa, en La Cerámica, donde el elenco de Paco López tendrá la obligación de sacar tres puntos ante un Celta de Vigo que aterriza también con una tesitura parecida: tan solo una victoria (ante el Valencia) y con 5 puntos en la tabla clasificatoria.
Los celestes han sido últimamente un rival que no se la ha dado mal al Levante: ha pagado los platos rotos de sequía de resultados en más de una ocasión. Y para sequía la que vive hoy la delantera granota. Tres encuentros sin ver puerta son demasiados para un equipo que opta a aumentar sus exigencias respecto a la campaña anterior. Además, el Levante llega con la condición de segundo equipo más goleado del campeonato (con 10 tantos) solo por detrás del Valladolid, que ayer perdió por 0-2 ante el Alavés. Pese a que La Liga acaba de comenzar -y eso tranquiliza sobremanera en Orriols- son datos que necesitan curarse.
Para ello, faltará algún que otro enfermero. Sobre todo Vukcevic, que esta semana confirmó las molestias en el aductor con las que llegó de Montenegro y amplió su período de baja a, mínimo, dos semanas más. Además, Bardhi estuvo a punto de no entrar en la convocatoria por problemas en la rodilla, pero lo hizo in extremis; y Aitor Fernández volvió a la lista después del palo anímico por el fallecimiento de su padre. El regreso al nivel del meta de Mondragón es una de las esperanzas para evitar sustos, pero sin duda los cirujanos para arreglar el bombeo granota están en el centro del campo.