VALÈNCIA. En el Ciutat de València a pocos se les escapa el olor a Segunda División que desprende la marcha deportiva del Levante. Único equipo de La Liga sin victoria, a cuatro puntos de las plazas de permanencia y con escaso atisbo de escalada, el cuadro de Pereira vive agobiado por un posible descenso que económicamente supondría un importante golpe en la entidad. Sin embargo, la posibilidad de una nueva caída a la categoría de plata ya ha tocado a la puerta y asoma peligrosamente por las ventanas de Orriols. Resulta más que necesario dibujar el futuro ante un hipotético descenso a nivel de cuentas y explicaciones en Junta, pero también en lo que concierne a la construcción de la plantilla.
Hasta siete futbolistas del primer equipo levantinista acaban contrato en junio de 2022, cada uno con los asteriscos correspondientes a sus contratos, pero algunos de ellos con un caché que ya se ubica por encima de cualquier cosa diferente a jugar en Primera. Cárdenas, Pepelu, Duarte, Clerc, Coke, Vukcevic y Bardhi tienen, de momento, vinculación hasta el próximo verano. Y es que el Levante, tal y como arroja el informe al que todo accionista tiene derecho de acceso, aumentó en el ejercicio 20/21 su gasto en salarios adscritos a la plantilla deportiva. Pasó de 31,2 millones de euros a 40,6. Sin embargo, ese incremento no se ha convertido en rendimiento deportivo real -ni en puntos- después de que el club que preside Quico Catalán haya desestimado ofertas e intereses de otros equipos por futbolistas puntales de su plantilla en los dos últimos mercados estivales.
En 2020 no se quiso ni oír hablar de cualquier cifra lejana a la mitad de la cláusula de rescisión de José Campaña (30 kilos) y en 2021 se consideró escasa la segunda intentona del Getafe por De Frutos que rondaba los 10 millones de euros. Cabe recordar que la mitad de ese importe hubiese ido a parar a las arcas del Real Madrid, en cuyo cajón guarda el 50% de los derechos económicos del segoviano, por lo que se veía reducida la inyección. Sea como fuere, el Levante adoptó en las dos últimas persianas de traspasos una estrategia clara: no se malvenden activos. Ello llevó consigo una apuesta importante dadas las circunstancias económicas de la entidad, que presupuestó una venta de jugadores por 16,5 millones de euros antes de este pasado 30 de junio. Se fiaron esperanzas a la explosión, por ejemplo, de un Campaña que en octubre de 2020 era internacional pero que en enero pasaba por quirófano tras su lesión de isquiotibiales.
Mientras tanto, el horizonte se encrudece con las patatas calientes más próximas a reventar de la plantilla. Una es la de Dani Cárdenas, aunque la situación del portero de Terrassa tiene sus aristas aparte: cierra contrato en 2022 pero tiene dos temporadas más ampliables de manera unilateral por el propio club. Si todavía no se ha hecho oficial esa renovación hasta 2024 es porque el meta se encuentra inmerso en un proceso de ampliación en que pidió un aumento de salario -es de los peor pagados del equipo- que no estaba contemplado cuando, de la mano de su anterior agencia de representación, firmó su último contrato en marzo de 2020. Las negociaciones con Cárdenas van lentas, la situación del club no es la mejor en ese apartado pese al aumento de su gasto por salarios, pero lo cierto es que el catalán ha respondido cuando le ha tocado: deportivamente -con mucho acierto en los encuentros en que Paco López tiró de él y convirtiéndose hoy en el arquero de confianza de Pereira- y en lo personal. Cárdenas accedió a continuar con el número '34' a la espalda -ficha de filial- cuando el '1' quedó libre tras la salida de Koke Vegas y el club tuvo que encajar la relación de dorsales para la inscripción de Mustafi en La Liga.