VALÈNCIA. València se ha consolidado como la Ciudad del Running, un eslogan que, ya lo he confesado alguna vez, me pareció ridículo en su día. Pero el tiempo coloca a cada uno en su sitio y, una vez más, acabé quedando en evidencia. Medio mundo conoce ya a nuestra ciudad como la Ciudad del Running. El maratón y el medio maratón tienen mucho que ver en esto. No solo por su proyección internacional, lo que ha posibilitado que en Londres o en Iten haya gente que escuche el nombre de València e, inmediatamente, piense en gente corriendo. También porque, poco a poco, la ciudad es un lugar más saludable donde muchos ciudadanos, cada vez más, han adquirido el hábito de salir a trotar varios días a la semana.
Yo aprecio mucho los buenos lugares para correr. No hay nada como viajar a una ciudad y descubrir un bosque espeso con un sendero para correr. O un paseo que discurre en paralelo a uno de esos grandes ríos europeos. El río, el nuestro, el seco, el mismo donde hace décadas se vendían caballos a la entrada de la ciudad, bajo las torres de Serrano, como contaba Blasco Ibáñez, también es un excelente lugar para hacer deporte. Todo el mundo lo sabe, es un parque fantástico para echarse a correr. Hay hasta un carril específico que, la verdad, no entiendo muy bien el porqué pero tiene un poder de atracción tan fuerte que allí confluyen corredores, turistas, ciclistas despistados, padres con carritos de bebé, paseantes con perros y demás fauna dominguera. Es tan absurdo que muchas veces va esta vía marrón repleta de gente y el resto del jardín está vacío. ¿Por qué prefiere la gente caminar por un camino hecho para corredores que disfrutar de la amplitud, y la tranquilidad, del resto del espacio? No lo sé. Nadie ha sabido darme una respuesta.
Yo medito mucho sobre esto, la congestión del carril, pero también sobre los lugares que tiene la ciudad para correr. El río es fantástico, sí, pero después de tantas décadas recorriéndolo, conociéndome ya dónde está cada fuente y cada repecho, sus pocos repechos, estoy harto. Vaya por dónde vaya sé perfectamente lo que me queda hasta el siguiente puente o hasta dónde sea. Y eso, mentalmente, te fatiga. Por eso muchos días bajo a los pies del Palau de la Música y, en vez de tirar hacia la izquierda, hacia las pistas de atletismo y el Parque de Cabecera, giro hacia la derecha, llego hasta el Oceanogràfic y cuando se acaba el parque, salgo a la calle, paso por encima de las vías y sigo hasta el puerto.
Alguna vez he corrido también en la playa. Por la arena y por el paseo, hormigón duro que te destroza las articulaciones. Hace unas semanas salí al río y en el primer kilómetro me encontré con mi amigo Peyo. Una alegría. Verte con él siempre es una buena noticia. Da igual el río que en un bar. Me dijo que estaba haciendo una tirada larga antes del Maratón de Sevilla, que le esperaban 30 kilómetros y que enfilaba hacia El Saler. No lo dudé. Mi autonomía no me daba mucho margen pero qué menos que acompañarle y alentarle durante unos pocos kilómetros.
Para ir hacia el sur por la costa hay que invadir el carril bici. No hay otra opción. Al menos hasta Pinedo. Y siempre que corro por allí, no mucho, pienso qué poco costaría añadirle un carril paralelo para que puedan convivir sin conflictos corredores y ciclistas.
Pienso que hay espacios para enriquecer y fortalecer esta inesperada Ciudad del Running. Falta imaginación y, sobre todo voluntad. La semilla está plantada, el tallo crece con fuerza, solo falta un poco de abono y podemos tener una de las mejores ciudades del mundo para correr. En mis días más optimistas, cuando me olvido de los años que cumplo, sueño con estar vivo el día que se materialice el proyecto urbanístico más sugerente, para mí, de la ciudad: soterrar las vías y que el jardín del Turia llegue hasta el mar y empalme con el paseo marítimo. Kilómetros y más kilómetros para correr, pasea o pedalear.
Lo único que me preocupa es que, a pesar del estatus en materia de correr que ha adquirido la ciudad, me da la sensación de que nadie debate sobre esto. ¿Seré yo el único loco que quiere una ciudad más verde y más deportiva? Espero que no.