VALÈNCIA. El Levante se dio el viernes de bruces con la realidad. Ya no es el gallo de la categoría ni Javi Calleja entrena a una de las plantillas más caras de la Segunda División. El Espanyol aterrizó en Orriols para demostrar quién ha de mandar este curso... y lo hizo. Derrota sin paliativos, nuevo panorama y una defensa señalada. El técnico volvió a insistir en los problemas de su equipo precisamente en una parcela que quedó por apuntalar en verano. El plan de Calleja pasa por dos carriles largos en una defensa de cuatro y dejó a Capa, todavía lejos de su 100% físico, todo el partido sobre el tapete. El de Porgugalete se vio superado frente a Nico Melamed y la zaga volvió a fallar a nivel general para el posterior enfado del entrenador, que no dudó en señalar que los motivos de la contundente derrota pasaban por atrás.
"Hemos estado muy tiernos, se han visto todos nuestros defectos, da la sensación de que el equipo sufre cada vez que le atacan", comentó en sala de prensa una semana después de argumentar que el margen de mejora de su Levante pasa por ser "más contundentes" en retaguardia. Calleja también se escudó en la ausencia de Postigo y un futbolista más en el centro del campo -Algobia o Kocho, fuera por lesión y parón de selecciones respectivamente- como razones del errático partido de la línea trasera. Sea como sea, el Levante ha encajado ocho goles en cinco partidos cuando en el arranque de la pasada campaña el bagaje era solo de dos tantos en contra en las mismas jornadas.