ALICANTE. Este lunes no había un herculano que no luciera una sonrisa de oreja a oreja.
El juego desplegado por su equipo y el resultado cosechado la tarde anterior ante el Ontinyent había subido a los aficionados blanquiazules a una nube de la que no tienen ninguna intención de bajarse. Hacen bien. Son ya unos cuantos años de penas y, si por una semana o dos más se prolonga el estado de felicidad que embarga a día de hoy al herculanismo, pues mejor que mejor.