VALÈNCIA. Mente fría. El Levante tiene esta noche una cita en el psicólogo después del enésimo drama arbitral sufrido hace menos de una semana en Barcelona. La obligación de los chicos de Javi Calleja pasa por superar a marchas forzadas el zarandeo de una semana marcada por el abuso de Arcediano Monescillo y la inacción del club en Cornellà y, sobre todo, pasa por revertir una dinámica que no esconde la injusticia del silbato. El cuadro blaugrana jugó 'un rato' ante el Espanyol. Y le bastó, ante el mal momento de los pericos, para merecer un triunfo de calle. Los tres puntos volaron y hoy no hay más caminos que el de la victoria en un Ciutat de cartulinas negras, en señal de protesta por los varios errores de VAR que han caído en contra esta campaña.
Lejos de clasificaciones ficticias que simulan que los árbitros no exisiten y se imparte justicia como en el patio del colegio, la realidad del Levante es que está fuera de los puestos de promoción. Cabría decir que se encuentra incluso lejos. Tres unidades, con el mar de clubes inmersos en la batalla por el ascenso -hasta el Burgos, décimo segundo, guarda todavía opciones-, son demasiadas. Ganar al Lega esta noche es un imperativo, porque de lo contrario el líder pepinero se alejaría a 12 puntos prácticamente insavables, el ascenso directo podría marcharse a 8 y las plazas de play-off, si Elche y Valladolid hacen sus deberes este fin de semana, a 6.
Esa es la situación en la tabla. Y en el césped, un nuevo contratiempo: el de la sanción a Bouldini por golpear la pantalla del VAR en Cornellà y ser visto por el asistente. Como Arcediano Monescillo lo recogió en el acta, la sanción al marroquí es impepinable y el Levante se queda sin su máximo artillero y principal puntal de ataque. Disponible, solo, Dani Gómez. Podría entrar Espí, delantero del juvenil del que, opinan en la casa, tiene nivel para empezar a entrar las listas de Calleja, pero el once apunta a una recomposición de piezas para dejar al '9' como único ariete.