VALÈNCIA. El Valencia CF ha vuelto a ser humillado ante el FC Barcelona por tercera vez en menos de un año. Carlos Corberán no ha podido mejorar la imagen dada ante este rival la pasada temporada y se ha repetido la misma historia. Una historia que vuelve a poner una situación tensa que obliga a que el equipo tenga una reacción rápida para evitar una crisis en apenas el mes de septiembre.
La misma pesadilla vuelve a aparecer
Parecía que aquel 7-1, y el posterior 0-5 en Copa del Rey, ya estaban superados viendo que desde entonces, el Valencia logró una mejoría considerable y cerró la temporada con una segunda vuelta prácticamente perfecta. No obstante, ha vuelto a suceder. La pesadilla ha regresado en forma de otra goleada que rompe la ilusión que se había generado en la afición. Un golpe que no solo afecta a la clasificación, sino también a la moral de un vestuario que, hasta hace apenas unas semanas, parecía haberse reencontrado con una idea clara de juego.
El mercado de fichajes dejaba la sensación de que la plantilla daba un paso y se podía exigir, por lo menos, pelear por puestos de privilegio, pero esta nueva goleada vuelve a ‘resetear’ toda la confianza. Los fichajes, llamados a dar un salto competitivo, parecen haberse quedado en un segundo plano tras un resultado que eclipsa cualquier avance. Y es que, más allá del potencial de los nuevos, la imagen de un equipo vulnerable frente a los grandes sigue presente.
Con el buen hacer desde el mes de marzo por parte de Corberán, el equipo parecía ser mucho más competitivo y con una identidad. Se venía con la idea de que esta temporada pudiera ser mejor, pero este desastre vuelve a reiniciarlo todo. La afición, otra vez, se siente humillada y necesita una rápida reacción para volver a confiar en su equipo. Porque el valencianismo, que venía de ilusionarse tras un final de la temporada pasada bueno y un mercado aceptable, no entiende cómo se puede volver a caer de esta forma.
Mestalla dictará sentencia
El próximo partido, ante el Athletic Club en Mestalla el próximo sábado, es ya una primera final. No hay margen. Si no se logra vencer, Mestalla realizará la primera pitada de la temporada a un equipo que se encontraría con 4 o 5 puntos de 15 y teniendo que visitar al Espanyol la siguiente jornada. Eso ya sería entrar en una crisis similar a la del inicio de la pasada temporada, cuando el equipo encadenó resultados muy pobres y la confianza en Baraja comenzó a tambalearse. La historia amenaza con repetirse y Corberán lo sabe. Mestalla no perdona y el equipo necesita dar un golpe de autoridad inmediato.
Obligados a ganar
Por lo tanto, el equipo de Corberán está obligado a ganar el sábado. Una victoria ante un rival de entidad como el Athletic haría pasar página y ver que el equipo, si no juega contra el Barcelona, puede competirle a cualquiera. Y no es un rival cualquiera, vencer a los bilbaínos, un conjunto de Champions, supondría recuperar parte de la credibilidad perdida y recordar que el Valencia todavía tiene mimbres para mirar hacia arriba en la tabla.
Aunque eso sí, la mancha de encajar 20 goles en los últimos 3 enfrentamientos ante los culés va a ser muy difícil de borrar en el corto plazo. Una cifra que pesa, que duele y que va a acompañar a este equipo durante mucho tiempo. Por eso el Valencia debe ganar para colocarse con 7 puntos y una buena posición, y evitar entrar en una crisis que esta goleada ha dejado en el alambre. La temporada apenas comienza, pero el margen de error es prácticamente inexistente.