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VALÈNCIA. El entrenador Jaume Ponsarnau cerró este jueves su etapa de cinco años en el Valencia Basket donde ha combinado éxitos y fracasos en los que, como en su despedida, siempre prefirió no levantar la voz.
El técnico catalán, consciente de las muchas dudas que tenía el club sobre su continuidad, decidió dar el paso y ser quien rompiera el periodo de reflexión establecido para comunicar al club que veía mejor separar sus caminos, una decisión que se esperaba que el club anunciara en las próximas horas.
Ponsarnau facilitó así a los directivos del Valencia Basket la conversación sobre su salida de la entidad y volvió a mostrarse una vez más como una persona de club, característica que le ha marcado durante sus cinco años en la entidad.
El técnico catalán, nacido en Tárrega hace 50 años, ha preferido no hacer declaraciones y cuando las haga se intuye que será para expresar el agradecimiento a una entidad que le reclutó en el verano de 2016 para ser el ayudante de Pedro Martínez. Posteriormente, en el verano de 2018, el club dio la sorpresa al hacerle primer entrenador.
Su contribución como ayudante de Martínez al histórico título de la Liga ACB de 2017, se codea con la conquista, ya como primer técnico, de la Eurocopa de 2019, los dos grandes éxitos vividos por Ponsarnau en València.
En el limbo que separa en el baloncesto el éxito del fracaso se ha quedado su participación en la última Euroliga. El hecho de que el club se marcara como objetivo principal de la temporada acabar entre los ocho primeros, apagó buena parte del brillo que tuvo una participación que le llevó a la novena plaza con sólo un triunfo menos que el sexto.
Entre los fracasos más evidentes de esta última etapa está la semifinal de la ACB contra el Real Madrid de hace unas semanas, en la que no fue capaz de derrotar, ni tampoco incluso de llevar al límite a un rival muy mermado físicamente.
Uno de los errores reconocidos públicamente por Ponsarnau esta campaña ha sido la inconsistencia que tuvo el equipo en defensa y que su rico ataque táctico no pudo compensar en los partidos clave de la temporada.
Alejado de gritos, aspavientos y broncas públicas, el técnico no consiguió hacer de su equipo un conjunto defensor aguerrido, algo que le lastró en los momentos decisivos.
En cambio, eso no impidió tomar decisiones tan controvertidas como arriesgadas, como cuando dejó al capitán Rafa Martínez como descarte técnico en el último encuentro de la final de la Eurocopa de 2019.