¿Por qué todos los ex triunfan fuera de Mestalla?. Iker Jiménez en su cuarto milenio no encuentra la respuesta. O quizás sí, y tenemos que reflexionar todos del porqué, aquí no y en otros sitios, sí. Y una de las explicaciones está en que desde 2005 se hayan sentado 13 técnicos diferentes en el banquillo del Valencia...
VALENCIA. Ahora de que se habla de que Peter Lim debe dirigirse al menos a sus aficionados, para al menos, saber la voluntad de por donde camina este club, y cuales son sus intenciones de futuro, y salga y explique a los sufridos seguidores del Valencia, cual es el rumbo que él tiene puesto para la entidad que él se compró, y hable de si va a vender o no, de cual va a ser la necesaria estructura deportiva, de cuales son los objetivos, y quien va a ser el entrenador que lleve la nave para la próxima temporada, me pregunto mientras llega esto tan necesario, muchas veces el porqué de esos desencuentros entre el Valencia y sus entrenadores después de la era éxitosa de Rafa Benítez.
Todo comenzó con su salida. Dos ligas históricas no fueron suficiente recompensa para una grada que, por fin, presumía de un equipo a la altura de la oligarquía del fútbol español. Aquel Valencia de Benítez ganaba más por su contundencia táctica que por su belleza, pero la opinión pública exigía un juego más acorde y que compensase acudir cada quince días a Mestalla. Benítez tuvo que aguantar pitos aunque, al menos, jamás escuchó esa famoso cántico del "¡vete ya!" que en cambio sí sentenció a un campeón del mundo como Parreira, Valdano o el mismísimo Héctor Cúper, quien no hay que olvidarlo, fue el que metió al Valencia en dos finales consecutivas de Champions League y contra todo pronóstico. Ya veremos cuando se volverá a jugar otra final de Copa de Europa cuando el objetivo estos años siempre era estar en la Champions.
El "General romano" Claudio Ranieri cautivó al principio y construyó un gran equipo a su imagen y semejanza, y dio un título de Copa, pero también fue purgado durante su segunda etapa porque además para él, emular a Rafa Benítez, se convirtió en un auténtico marrón para cualquier entrenador que se atreviese a entrenar al Valencia. Por supuesto, el italiano tampocó escapó del cabreo de la afición.
Y luego aparece Quique Sánchez Flores, que cumplió al dedillo ese cometido de mantener al Valencia en la Champions, y también tuvo que pasar por el patíbulo. Tardó en escuchar el sobrecogedor "¡vete ya!, pero en su tercera temporada y en una victoria pírrica en Mestalla ante el Valladolid hartó a la afición. El entonces Presidente del club, Juan Soler que ya tenía la escopeta a punto, aprovechó una goleada en Sevilla para en un acto con nocturnidad y alevosía, de madrugada ejecutó al entrenador madrileño. Recuerdo todavía que sólo se llevaban disputadas nueve jornadas de Liga, y el Valencia era cuarto en la tabla, pero Soler y su corte ya habían preparado el terreno de la enésima situación irreversible y justificando lo injustificable aduciendo que a Quique le estaban superando los acontecimientos y el descontrol del vestuario.
Luego hubo un actor que ni se inmutó por los cánticos y mucho menos por las continuas pañoladas en Mestalla. Aquel Valencia de Ronald Koeman sufrió una catástrofe de tortura en Liga que no se recordaba desde el descenso fatídico del 86. Independientemente de si las decisiones tomadas por Koeman y Bakero fueron las correctas o no, y consciente de que su etapa en el club podía ser cuestión de pocos meses, conquistó esó sí la Copa del Rey contra el Getafe y se mofó de todos diciendo que el Valencia tardaría muchos años en volver a ganar un título. Duele decirlo, pero sigue el tiempo le sigue dando la razón al técnico holandés. Los datos son los datos, y casualmente, esa Copa es el último título ganado por el Valencia.
Y, entre tanta danza de entrenadores, el que menos disparos recibió fue Unai Emery, que cumplió escrupulosamente su misión, que no era otra que meter al Valencia en Champions cada temporada. No consiguió aquello que dijo de que "intentamos que los pañuelos de la gente vuelvan a sus bolsillos". No pudo en su última etapa, y sí escuchó ese famoso estribrillo del ¡"Unai, vete ya!". Se le achacó no sacar máximo rendimiento a la plantilla que tenía, aunque cada año le vendieron a la figura de turno, y muchos aficionados siguen opinando que en el Valencia hizo el máster para graduarse luego en Sevilla. Pero es evidente que muchos firmarían hoy en día ser terceros todos los años y acceder así a Champions.
Y, luego el bueno de Mauricio Pellegrino también caminó al borde del abismo nada más aterrizar en Mestalla. Fue elegido a dedo por Manuel Llorente y poco tardó en darse cuenta que ese proyecto con el que le habían convencido sin tener ningún bagaje importante en el banquillo, ni tenía nombres ni hombres comprometidos con la causa.
Su posterior despido sucedió por un calentón del entonces Presidente, curiosamente después de un estrepitoso 2-5 ante la Real Sociedad en Mestalla, partido en el que la grada volvió a entonar su canción y reventó los oídos del Presidente al grito general de "Llorente, vete ya".
¿Por qué todos los ex triunfan fuera de Mestalla?. Iker Jiménez en su cuarto milenio no encuentra la respuesta. O quizás sí, y tenemos que reflexionar todos del porqué, aquí no y en otros sitios, sí. Y una de las explicaciones está en que desde 2005 se hayan sentado 13 técnicos diferentes en el banquillo del Valencia.
Vamos que los técnicos que o se marcharon, o fueron despedidos por el Valencia en los últimos años han triunfado y están triunfando, y pelean por títulos. Ahora, con el reciente éxito de Mauricio Pellegrino con el ascendido Alavés, hace reflexionar sin duda sobre la responsabilidad de los técnicos en la situación del club. Porque Pellegrino no sólo con su equipo está por delante en la clasificación -7 puntos-, sino que lo ha metido por primera vez en su historia para la final de Copa del Rey, y además, dando una buena imagen de equipo trabajado en la Liga.
Pero Pellegrino es el más reciente, pero no el único entrenador que se marchó por la puerta de atrás de Mestalla, y ahora triunfa o pelea por títulos en su club. Todos sabemos las 3 Europas League de Unai Emery con el Sevilla, y como lo está haciendo ahora en el PSG. También Ernesto Valverde, que vio el panorama cuando se atisbaba la llegada del nuevo inversor, optó por Bilbao, y llevó al Athletic a la Champions, a la final de la Copa del Rey y al título de la Supercopa de España, y después de muchísimos años de sequía.
Y que decir de Ranieri, y ese hito histórico de proclamarse campeón de la Premier con el Leicester la temporada pasada. O Quique Sánchez Flores, que después de salir del Valencia, ganó con el Benfica, una Copa de la Liga, y después en el Vicente Calderón, ganó la Europa League y la Supercopa de Europa con el Atlético y llegó a la final de Copa. O Koeman que en Inglaterra tiene ahora al Everon en la zona noble de la Premier, después de haber llevado al Southampton a la Europa League.
Todos tienen que reflexionar que se ha hecho mal, o si no hubo paciencia, o que pasó, para que esos entrenadores ahora hayan y estén triunfando fuera del Valencia, y aquí o se fueron o tuvieron que hacerlo a la fuerza escuchando el cántico famoso del ¡"vete ya!".
Por eso, y ahora que Peter Lim en esa sensación que está dando de abandono, es necesario y urgente a la vez que salga y diga cual es la situación y las perspectivas. Que diga cosas que todos esperan escuchar, que haga y que tome decisiones.
El objetivo del Valencia es hacer feliz a su gente jugando buenos partidos. El objetivo debe ser confeccionar una plantilla de nivel con la que ilusionarse. El objetivo es dotar al club de una estructura deportiva seria y competente, y dotar de calidad al banquillo y no volver a equivocarse como con Neville y Ayestarán. El objetivo como siempre suelo decir, es volver a ser alguien en este complicado mundo del fútbol. Hablar de la permanencia como un objetivo en sí refleja el estado de confusión en el que sigue el club.
Mientras tanto y con sana envida, vamos viendo los éxitos de los entrenadores que no hace muchos años estaban en el banquillo del Valencia y salieron la mayoría por la puerta de atrás. Reflexionen y saquen sus propias conclusiones.