opinión

¿Por qué luchará el Valencia del 2018?

Antes de saber si debe ser Voro o Marcelino, Óscar o Setién, la figura celestial debería decidir a dónde quiere ir con esto. Me temo que ya está aportando demasiadas pistas sobre la respuesta...

10/03/2017 - 

VALENCIA. La figura celestial que decidirá qué entrenador debe ‘decidir’ el director deportivo podría encontrarse ante una envenenada tentación: volver a creer que el Valencia en realidad no necesita un entrenador fetén, si no que vale con poner a cualquiera, visto que hasta un delegado ha podido cumplir (se intuye) el objetivo primordial del meritonismo: la salvación.

Además -debe pensar esa nuestra figura celestial-, mira qué mal salió lo de Prandelli, el perfil de entrenador veterano y solvente que todos los periodistillas y entorno exigían. 

La tentación envenenada puede derivar en: 1/ darle la continuidad a Voro, si él acepta, porque es una opción conservadora que no les desgastaría demasiado popularmente, un tipo que conoce bien el entorno, que no provoca incendios. 2/ experimentar con un entrenador novedoso, de la colla, familiarizado con las necesidades del meritonismo y su órbita. 

La segunda opción prolongaría la experimentación, la prueba y el enchufismo como método deportivo. A estas alturas no cabe duda de que justo eso es lo que quiere Lim. Da igual. Llegan tiempos de persistencia, meses ariscos y pesados, con un solo camino: la oposición frontal ante los designios caprichosos. ¿Quieren que el Valencia sea eso? El valencianismo desea justo lo contrario. El verdadero peligro, letal, es acabar acomodados en sus coordenadas y comprar sus discursos. Camino llevamos.

El Valencia se dirige irremediablemente hacia la confección de un equipo para luchar por la media tabla y evitar sufrimientos. Considerar que todo es fruto de una temporada desdichada es sufrir de buena ceguera. La dirección es inequívoca. El VCF ha rebajado sus ambiciones de una manera sonrojante para sus antepasados. Son años de plomo, ¿todavía no lo vemos?

El valor indudable de Voro -un verdadero hombre de club- no debe confundirse con su idoneidad para ser definitivamente el entrenador del Valencia. Ha jugado hábilmente su empatía con los jugadores y su gestión del corto plazo. La perspectiva de una temporada entera es otra cosa. Decidir que Voro, un entrenador con aspecto de ser tan provisional como la estación Joaquín Sorolla, debe seguir el año próximo no deja de ser una apuesta con miras a no pasar peligro en la zona baja. Si eso es a lo que se tiende, con una plantilla ajustada a esas necesidades, no hace falta buscar lejos.

Antes de saber si debe ser Voro o Marcelino, Óscar o Setién, la figura celestial debería decidir a dónde quiere ir con esto. Me temo que ya está aportando demasiadas pistas sobre la respuesta.