VALÈNCIA. Pensar, a estas alturas, que el potencial del Valencia CF está equilibrado con los clubes que sí optan claramente a entrar en Europa es negar la realidad, mentirse y decepcionarse. Este equipo es lo que es: tiene un once titular apañado y, a partir de ahí, todo lo demás baja en calidad y en prestaciones. A estas alturas sigo pensando que se habla muy poco de la política deportiva de los tres últimos años: lesiva, oscura e improductiva. Hay tanta carencia de base que resulta inviable mejorar este equipo en su totalidad en un único mercado, porque has ido debilitando la plantilla y bajo ningún concepto la has mejorado. De aquellos polvos, estos lodos. Y si no lo queremos ver es que estamos empeñados a creernos un mundo de fantasía, alentado por los haters cibernéticos que Meriton alimenta y los ilusos que aún esperan la gran obra del todopoderoso magnate.
El equipo, como dice el técnico, no pierde la cara a los partidos, pero lo interesante no es esto, sino no entrar de culo en ellos: ya nos estamos acostumbrando a comienzos dolientes, sobre todo fuera de casa, que te lastran y te hacen ir a remolque todo el partido. No sé qué será, pero llevamos años ya con esta dinámica tan pobre en lo futbolístico y tan endeble en la mentalidad de los chavales que juegan con este escudo en el pecho. Nos falta esa potencia futbolística y, de paso, también esa potencia mental, que debe ser complemento, que debe ayudar, pero que no puede convertirse en un argumento de juego, ni en la bandera de nuestro rendimiento: por contrato tienes la obligación de dar la cara por la victoria. Ni más ni menos. Y si no te gusta, te vas a otro equipo en el que perder sea lo habitual, así que rebajarías salario, rebajarías presión y expectativas. Más claro: agua. Lo curioso es que la honestidad no escasea entre estos chicos y lo dan todo, así que no se les puede atizar por el bajo rendimiento de juego que a veces muestran. No son jugadores (hablo muy en general) de una calidad sobresaliente y aquí es lo que se necesita para mantener un estatus. Otra cosa es que admitamos un cambio de nuestra naturaleza como club.
Pensemos en nuestra realidad: somos como esos aristócratas decadentes, que arrastran su historia con brío, pero su miseria les devora por dentro, ya que no tienen ni para comer. A efectos de inmediatez solo podemos sentir impotencia ante nuestro actual potencial, que está bastante mermado, y deberíamos quitarnos ya esa prepotencia de equipo grande, tanto en lo que atañe al aficionado como a los jugadores: quien venga aquí que lo haga con la idea de luchar como si estuviese empezando y le quedase todo por demostrar, porque a mí ese rollito de estrellita ya no me encaja en la desnaturalizada realidad que nos anega los ánimos.
No podemos engañarnos y esperar lo que no vamos a ser: el objetivo actual, con el potencial actual, es media tabla, evitar pronto descenso y tener más aciertos que errores para tocar con los dedos Europa. Y ahora mismo tu balanza ya está más inclinada a más errores que aciertos, al contrario que a comienzos del calendario ¿Por qué? Porque equipos como Villarreal, Real Sociedad, Betis o Athlétic Club, han hecho las cosas infinitamente mejor que tú en todo y tienen, como mínimo, un once titular igual de competitivo que el tuyo, con la diferencia de que sus banquillos aportan más y son más equilibrados. Ya descartamos, por supuesto, a los Sevilla, Atlético de Madrid, Real Madrid y Barcelona, que te sacan una distancia insuperable y te aplacan como a una mosca, por mucho que les plantes cara, les luches, les pongas contra las cuerdas o, incluso, les ganes alguna vez: ¡qué pequeños somos cuando nuestra ilusión se empieza a basar en ganarles un partido a estos en una temporada! Estos ocho equipos tienen mejor plantilla, en general, que tú y te digo más: Villarreal y Real Sociedad basan su planificación en buenos fichajes y en subir chavales de la escuela… pues eso ¡qué rematadamente mal lo estamos haciendo en la planificación! Y lo peor es que son tan prepotentes quienes están al mando que ni lo admiten, ni aprenden, ni cambian: ya lo dijeron en su día unas mentes más sabias que el propio Murthy “lo malo de la ignorancia es que se coge confianza”. Y de ahí a resultar prepotente hay un fino paso: pues créeme que lo han cruzado.
Impotencia podemos sentir hoy los valencianistas al ver que, con poquito, nos podemos venir abajo: esta semana de calvario puede haber provocado un súbito coitus interruptus en nuestro ánimo y aspiraciones. Pero eso es, de nuevo, engañarse, porque este equipo no tiene suficientes argumentos y a la vista está: solo podemos unir fuerzas, quitar a ciertos jugadores la idea de que están en un club grande y que aquí los partidos se ganan gracias a la historia (pre-Meriton, claro) y animar, porque la plantilla nos va a necesitar muchísimo visto que tiene pocos recursos futbolísticos. Aplaudamos a los que juegan, a los que salen, a los que fallan (que son muchos) y aciertan (que no son tantos) y a quienes les entrenan y prepararan. Solo a ellos: a quienes planifican y piensan en cómo proyectar este club en las competiciones yo les pagaría con la indiferencia, pues ya sabemos que son un desastre, que hacen todo mirándose el ombligo y que su impotencia a la hora de tener buen criterio futbolístico la suplen con prepotencia.