VALÈNCIA. Hace ocho años, el periodista argentino Diego Torres publicó un libro en el que contaba, con pelos y señales rescatados del vestuario, los años en los que José Mourinho entrenó al Real Madrid. La obra se titulaba 'Prepárense para perder', la frase que el técnico portugués pronunció ante sus jugadores el día en el que su equipo acudió al Camp Nou a disputar el partido de vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones contra el Barcelona, en el que tenía la misión imposible de remontar el cero a dos encajado en el Bernabeu. “Lo prioritario es conseguir un marcador ajustado para echarle la culpa a los árbitros”, le dijo Mourinho a su plantilla con el fin de prepararlos para una derrota más que probable.
Aquel Madrid empató en el Camp Nou y Mourinho, siguiendo al pie de la letra su estrategia, acabó cargando contra los árbitros, en una huida hacia adelante que, dos años más, terminaría por descabalgarlo de la dirección técnica del club capitalino.
“Prepárense para perder” podría ser la máxima que todo valencianista debería de tatuarse la temporada que empezará en unos días después de pasar página a un curso decepcionante y cruel. La ilusión generada por el fichaje de Bordalás hace cinco semanas se va diluyendo a medida que pasan los días, vista la inoperancia de la maquinaria del club para reforzar el equipo. Como indicaba Plaza Deportiva esta misma semana, todo el trabajo de la raquítica secretaría técnica del club se ha encallado por culpa del famoso ok de Peter Lim, esa especie de peaje caprichoso por el que hay que pasar cada vez que se produce una compra en la entidad. A primeros de julio, el Valencia sigue dejando pasar los días sin realizar ningún movimiento, condenado a la devaluación de sus mejores futbolistas y empeñado en no pagar ni un euro por las nuevas incorporaciones. Y tiene pinta de que acudirá al mercado, si acude, cuando lo único que quede en venta sean restos de serie o con defectos de fábrica. Y sin dinero en el bolsillo.
El escaparate en el que se puso a las posibles ventas ha resultado ser un desordenado montón de saldos, como esas cubetas que en las rebajas se llenan de prendas inservibles, de tallas imposibles, taras evidentes y pares descuadrados. Los cuatro jugadores que han acudido a la Eurocopa han acumulado, hasta el momento, poco más de 300 minutos sobre el terreno de juego, con especial mención a Guedes, que no solo no jugó ni un segundo sino que fue el descarte de Portugal en dos de los cuatro partidos que su selección disputó, y Cherysev, que tiene el dudoso honor de ser el primer jugador de esta edición del torneo que salió como sustituto y fue cambiado por decisión técnica en el mismo partido. Solo Wass, desaparecido tras ser titular y reemplazado en los tres encuentros de la fase de grupo, y Gayà, el único que ha cumplido con su papel pese a retirarse lesionado contra Croacia, han tentado la suerte de un comprador que venga a llevárselos por el chollo de precio que le ofrecerá Meriton. En la Copa América, el panorama no es mejor: Maxi Gómez ha jugado solo siete minutos, suficientes para fallar un gol a puerta vacía, y ha sido descartado por Tabarez en los otros tres. Si lo que pretende el Valencia es vender primero, tendrá que engañar a los posibles compradores de otra manera.
Con un futuro sin incorporaciones y con una plantilla peor que la temporada pasada, la única tabla de salvación a la que se aferra el valencianismo, la única que ofrece Meriton, es José Bordalás, el técnico acostumbrado a sacar petróleo de equipos de perfil bajo. Bordalás es nuestro único faro para conservar la categoría en la temporada venidera, en una campaña en la que habrá que prepararse para perder y probablemente para descender.