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Propaganda y verdad

28/03/2020 - 

VALÈNCIA. La propaganda es una cosa y la verdad es otra bien distinta. Y sucede que, entre las dos, suele mediar un abismo. Lo estamos viviendo, lamentablemente, con esta maldita crisis sanitaria que nos asola: La España de los balcones, la de los sanitarios dejándose el alma y tratando de ponerle barreras al virus con bolsas de basura y gafas de natación, está muy lejos de la España de las ruedas de prensa institucionales en las que vemos a nuestros gobernantes hinchar pecho cual pavo real e incluso vemos a algunos hasta riéndose a mandíbula batiente como si todo lo que está ocurriendo tuviese la más mínima gracia. La primera es la España real y la otra ... propaganda .Todas las informaciones que llegan de la oficialidad conviene ponerlas también en cuarentena, ahora que está tan de moda el término, y en el fútbol no funciona de manera muy distinta . Ni suenan creíbles los vaticinios referentes a la vuelta de las competiciones puesto que es absolutamente imposible vislumbrar el final de este oscuro túnel, ni, en mi humilde opinión, las ambiciosos propósitos de planificación deportiva de los Clubes porque, a día de hoy, resulta indescifrable saber cuándo volverá la normalidad y si se le puede llamar normalidad a lo que pueda estar por venir. Es magnífico y necesario ilusionarse pero ahora, más que nunca, es momento tener los pies en tierra y saber cuáles son las verdaderas prioridades. El Valencia, por ejemplo, puede y debe seguir trabajando, -obviamente- en su planificación deportiva empezando por las renovaciones más urgentes pero no conviene hacerse muchos castillos en el aire porque la pandemia, además de llevarse vidas –que es lo más trágico- también se lleva bienes. Y, siendo como es literalmente imposible que, ni el Valencia, ni ningún Club pueda saber, a día de hoy, cuándo se podrá reanudar la actividad competitiva, todavía es más complicado saber con qué recursos se podrá contar para construir una nueva temporada no sabiendo cuándo y cómo podrá terminar esta. Un escenario optimista puede dibujar una temporada completada, aunque sea entrado el verano, para ver si, en el caso del Valencia, se podrá contar o no con los ingresos de la Champions League que representan un porcentaje elevadísimo en los ingresos a presupuestar. Otro escenario posible, más pesimista, con la temporada interrumpida y “photo finish” en la clasificación, nos dejaría fuera de Europa con la merma económica consiguiente: adiós al dinero de la Champions y adiós a la parte proporcional de los derechos televisivos. Otro de los supuestos que se baraja, en caso de no poder finalizar la campaña, sería el de anular la temporada como si no hubiese existido. Lo cual dejaría al Valencia en Champions y habría que ver lo que ocurriría con el dinero de la televisión. Si sumamos todos estos condicionantes al meramente deportivo empezando por la figura del entrenador que, sí, tiene contrato pero ha sembrado más dudas que certezas... se antoja como una osadía saber cómo poder “meterle mano” a la planificación deportiva sin pillarse los dedos.

Claro que es bueno y absolutamente necesario que César Sánchez vaya haciendo su trabajo. Pero la cautela, en estos momentos, es más necesaria que nunca. Lo único verdaderamente urgente sigue siendo la renovación de Garay que acaba este mes de Junio y sigue sin estar renovado y, por supuesto, la de Ferran Torres que acaba contrato el año que viene. Lo del argentino es una cuestión de eficacia - es el mejor central de la plantilla- y de elegancia : nunca se deja tirado en la cuneta un futbolista con una lesión de larga duración. Lo de Ferran es mucho más complicado: la negociación la dinamitó el Club con propuestas hilarantes e insultantemente alejadas del talento del futbolista. A partir de ahí, por mucha porquería que se filtre interesadamente para ensuciar la imagen del chico, no quedará más remedio que asumir que, llegar tarde y mal, cuesta caro.

Todo lo demás, más allá de renovaciones muy evidentes como las de Gayá, Coquelín o Gabriel Paulista, son brindis al sol porque no sabemos ni dónde estamos ni quienes seremos cuando pase esta pesadilla.


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