VALÈNCIA. Genaro Gattuso y yo tenemos un amigo italiano en común. Éste me cuenta que el entrenador ha venido a València para quedarse. “Está encantado aquí”, exclama cuando habla del técnico. Yo le creo a pies juntillas porque a Gattuso se le ve feliz en Mestalla. Y me insisten en que el calabrés lo transmite en sus círculos más cercanos. Según me explica mi amigo, la idea del entrenador es continuar aquí, en un proyecto a medio-largo plazo, y establecer un vínculo tanto con el club como con la ciudad. Algo que a nivel deportivo, por suerte o por desgracia, el técnico no logró en ninguno de los equipos a los que dirigió. En su trayectoria en los banquillos, no ha habido equipo en el que durara más de dos años. De momento se ha traído a su hijo Francesco para jugar en el Cadete A del Valencia y eso ya es una señal de arraigo.
El hecho de que Gattuso quiera liderar un proyecto de futuro me da cierta tranquilidad. Y me inspira confianza. Más que nada porque el italiano sabe de lo que va este negocio del fútbol. El entrenador lo tiene todo a favor en el Valencia. Cuenta con el total apoyo de Peter Lim, es el elegido, y en el poco tiempo que lleva en Mestalla se ha ganado el favor de gran parte de la hinchada. Pese a que las victorias no acompañan, porque el equipo continúa anclado en mitad de la tabla, el cambio de identidad futbolístico que le ha dado al Valencia parece que es del agrado de la afición. De hecho, su nuevo estilo ha recibido toda clase de elogios por una abrumadora mayoría de compañeros de profesión.
Volviendo al principio de esta historia, y profundizando en lo que mi amigo italiano me contaba sobre el entrenador, me aseguraba que hablamos de una persona muy inteligente. Que tiene un plan y que ya ha hecho diagnóstico. Me apunta que el propio Gattuso sabe que conformar un proyecto de garantías para este Valencia necesita su tiempo y que este primer año, sobre todo con tanta gente joven en la plantilla, el éxito iba a ser misión imposible. Pero que, de momento, el técnico tiene muy claro lo que quiere y que ya ha empezado a construir desde los cimientos. Por lo que me explican, Lim le ha lanzado el guante y el entrenador italiano ha aceptado gustoso el reto.
En ese trabajo de corte y confección, y fuera de las cuestiones tácticas o técnicas que acontecen en el verde, Gattuso ya ha dado sus primeras órdenes. Hay dos cuestiones en las que parece que insiste. La primera pasa por un sentido de pertenencia de los jugadores hacia el club. La segunda, y consciente de la realidad económica, es que sabe que parte de la solución pasa por agitar la cantera. Por este motivo, el técnico no quiere un batallón de cedidos en el vestuario y ya ha solicitado el fichaje de jugadores que este año están a préstamo pero a los que les augura un gran potencial como Lino, Kluivert, Özkacar o incluso Ilaix Moriba.
Por otra parte, tal y como decía con anterioridad, Gattusso no pierde de vista a la Academia. Aunque al entrenador le llegan informes puntuales de los jugadores que despuntan en la escuela, el italiano quiere ver con sus propios ojos todo lo que se cuece en Paterna. El otro día estuvo viendo al filial, del que es un habitual. Es cierto que necesita jugadores para completar las sesiones de trabajo debido a las ausencias que sufre por el Mundial, y por eso acudió al Puchades, pero ahí no queda la cosa. Porque me consta que a Gattuso le gusta conocer de primera mano qué futbolistas le pueden servir para ese futuro proyecto del que, ojalá esta vez sí, podamos disfrutar.