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/ OPINIÓN

Puñalada trapera

30/07/2022 - 

VALÈNCIA. Sin ningún lugar a dudas, uno de los alicientes de cada verano, para los aficionados al fútbol, es el mercado de fichajes. Rápidamente ‘archivamos’ la temporada concluida y nos tiramos de cabeza a un Océano de informaciones y rumores que ponen y quitan camisetas repartiendo alegrías y decepciones por partes iguales. Aquí, y me parece que está muy bien, nos ilusionamos con bien poco y han bastado cuatro gritos de Gattuso en los entrenamientos y una asistencia de gol de Samu Castillejo para ‘venirnos arriba’ e incluso hemos descubierto un buen número de expertos del fútbol portugués de media tabla para abajo, que nos han cantado las bondades de un joven jugador que, hasta hace cuatro días , no sabíamos de su existencia o… cuanto menos, un servidor no sabía de su existencia puesto que no he visto un partido del Gil Vicente, que es donde jugaba el muchacho, en mi puñetera vida. Poco importa el hecho de asumir un papel en el mercado de equipo pequeño que acepta cesiones sin opción de compra adoptando humildemente el rol de granja de engorde de ganado para los demás.

Poco importa que en un pasado no muy lejano fuera el Valencia quien cediese futbolistas en las mismas condiciones a clubes, en aquel entonces más pequeños, como el caso de Albelda con el Villarreal y poco importa que el competidor que tuvieses para ‘cazar’ a Samuel Pino haya sido el Cádiz CF. El equipo andaluz no alcanzaba a pagar la ficha entera del extremo brasileño y el Atlético de Madrid encargó a Mendes que buscase un club dispuesto a pagarla y, de ser posible, con un entrenador afín esperando que eso sirva para que el chico tenga minutos. Importan poco todo este tipo de detalles porque los que queremos ver es que el  chaval la ‘rompa’ de aquí al próximo verano. Si lo hace… que nos quiten lo ‘bailao’. Ya tendremos tiempo de llorar. 

Ahora bien. El hecho de vivir esa ilusión tan legítima y tan inherente al mundo del fútbol no está reñido -o no debería estarlo- con la necesitad de elevarse un poco sobre el ‘mercadeo’ diario para tratar de obtener una visión más global del estado de las cosas en lo deportivo y… , también, en lo extra deportivo. Lo voy a intentar de manera breve y me voy a fijar en el importantísimo asunto del nuevo estadio porque no tengo nada claro que hayamos entendido -yo el primero- la gravedad de lo que ha acabado ocurriendo con independencia de las soluciones que se pueda terminar encontrando en el futuro. Lo que ha ocurrido es que los señores que mandan en el Valencia CF han tirado por la borda un montón de millones de euros asestando una ‘puñalada trapera’ a los intereses de la propia entidad. Dejar morir la ATE significa renunciar a un regalo valiosísimo que el pueblo valenciano, por medio de sus representantes institucionales, hizo al Valencia por el beneficio común que significa contar con un recinto ‘cinco estrellas’ en la ciudad de Valencia y estos señores se han orinado encima del regalo de manera absolutamente premeditada. Lo que lo hace más grave todavía. Ahora, ocho años después de su llegada y ocho años en los que no han movido un solo dedo, han llegado las prisas por la aparición de CVC pero sigue sin aceptar que han invertido en un país en el que, a diferencia de Singapur, no pueden moldear las leyes a su antojo ni manejar a los representantes institucionales a su capricho pese a que a alguno que otro sí se lo han metido en el bolsillo. Ahora, de repente, sí quieren estadio pero también quieren poner las condiciones. No aceptan que el hecho de conservar los generosísimos beneficios urbanísticos que recogía la ATE fallecida lleve implícitas unas condiciones que no puede dictar ellos.

Recuerdo cuando Dña. Layhoon expresó en público, en una falta de respeto marca de la casa, que a los valencianos había que explicarnos las cosas mil veces para las entendiésemos. Resulta que a ella le han explicado más de mil veces que si quiere beneficios urbanísticos tiene que cumplir con lo convenido y… sigue sin aceptarlo. Ayer volvió a presentarse en el Consistorio con las manos vacías y el alcalde no estaba solo por lo que no pudo dar la ‘cabotá’ y salir a sacar pecho tras la reunión cómo venía haciendo cada vez que sus amiguetes de Meriton iban a hacerle una visita y a burlarse de él.

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