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Que nadie nos quite la ilusión

4/04/2021 - 

VALÈNCIA. Queda muy poco de aquel Valencia campeón. De ese equipo bronco y copero que disputaba finales de algún torneo importante todos los años. Aquel Valencia siempre era un fijo en el sorteo de la Liga de Campeones. Era un club modélico y ejemplar que se había ganado su sitio entre la élite futbolística europea. Aquel Valencia llegó incluso a formar parte del denominado G-14 de Europa junto con el Barça y el Madrid. De aquello queda muy poco. Diría que incluso nada. Ahora, la final de la Copa del Rey la juegan el Athletic y la Real Sociedad. El Atlético es un equipo Champions todas las temporadas mientras que el Sevilla va sumando títulos continentales. El Villarreal tiene presencia en Europa e incluso el Granada nos está mojando la oreja. Vaya bajón. 

Estos de Singapur nos lo están sisando todo. No nos engañaron, la verdad. Porque Peter Lim nunca habló. El magnate jamás desveló sus planes para el Valencia. Nunca dijo aquello de “Per un València campió”. Reconozco que siempre tuve la duda más que razonable sobre lo que se nos venía encima. Pero no me esperaba que el club llegara a la situación tan delicada en la que se encuentra. Y de todo este desaguisado sí que es responsable Peter Lim, que ya lleva tiempo al frente de la entidad. Lim es responsable, como también lo es su equipo de gestión al completo. Desde el presidente circunstancial, Murthy, hasta el último empleado del departamento de (in) comunicación de la entidad.

Los que nos la colaron bien colada fueron Amadeo Salvo y Aurelio Martínez. “La transacción más importante del fútbol mundial”, jalearon.  Aplausos, por favor. “Arriba las cartulinas”, dijeron. ¡Como engañaron a la afición! Tremendo. Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, repito. Que nadie olvide nunca que ellos le pusieron el Valencia en bandeja a Peter Lim. Ambos siguen en paradero desconocido, que escuchábamos en el Telediario. Bueno, no tan desconocido. Uno disfrutando en Ibiza (buen sitio) y el otro en el Puerto de València (donde tampoco se está nada mal). Aún no he escuchado ni a Salvo ni a Aurelio reconocer su error. Ni pedir disculpas. Creo que jamás lo harán. Soy un iluso.

La verdad es que duele ver al Valencia en el estado actual. Se sufre mucho viendo la situación institucional, económica y deportiva. Siempre se sufre viendo al Valencia, la verdad, pero más este año. Porque nunca el club había estado tan al borde del abismo como esta temporada. El año del descenso fue durísimo. Lo recuerdo como si fuera ayer. Pero incluso estando en Segunda nunca tuve la sensación de desasosiego que tengo a día de hoy. Es más, recuerdo a una afición entregada, ilusionada porque el equipo recuperara la categoría. Recuerdo un Mestalla vibrante en partidos ante el Recreativo o el Logroñés, con una hinchada que no paraba de animar. Estamos peor que el año de Segunda.

Me encuentro con muchos amigos que me cuentan su desánimo. Me dicen que cada vez les apetece menos ver jugar al Valencia. Que tienen una sensación entre el hastío y la pereza. Entre ellos no hay nadie con fe en que el equipo pueda darnos una alegría en esta recta final de temporada y luche por acercarse a puestos europeos. Hay muy poco estímulo. Poco aliciente. Poca emoción. Se afronta el partido ante el Cádiz con un “a ver qué pasa”. Quizás el incentivo de entrar entre los diez primeros sea el consuelo que nos quede. Pero ya digo que muy poco más. Dicen que no hay mal que dure cien años. Y mientras tanto, y pese a todo esto que cuento, me quedo con una frase que le escuché a Jaume Part el otro día: “que nadie nos quite la ilusión de ser del Valencia”. 

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