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¿Quién es el verdadero rival?

21/06/2020 - 

VALÈNCIA. Un portero cuestionado, un central medio cojo y un canterano bajito que disputaba su segundo partido de Liga fueron los mejores jugadores del Valencia ante el Real Madrid. Las vacas sagradas, los rutilantes fichajes millonarios, las grandes promesas y un entrenador sosainas estuvieron desaparecidos o la cagaron. Algunos porque la edad empieza a pesarles. Otros, por indolencia. El Valencia solo ha ganado uno de sus últimos diez partidos oficiales, y lleva encajados los mismos goles que el colista. El decisivo encuentro ante Osasuna, el primero de una serie de tres que el equipo tiene que disputar en menos de siete días, decidirán la suerte del proyecto deportivo de la entidad. 

El Valencia solo le aguantó al Madrid media parte. El equipo duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. Como perro ladrador, mostró algo de colmillo en la primera mitad, Rodrigo disparó al palo, pero a la hora de morder… o no pudo o le faltó convicción para hacerlo. Parece que, pese a jugar en Valdebebas, donde lo hace la cantera rival, el Valencia le vuelve a profesar el respeto que le perdió al Madrid hace algunos años. La imagen de un frustrado Kang In lanzando patadas a Sergio Ramos refleja con precisión la diferencia actual entre la envergadura de ambos clubes. ¡Qué tiempos aquellos en los que el majestuoso vuelo de Ayala se imponía de forma imperial en el Bernabéu!

Al inicio de la segunda parte, el Valencia se diluyó como un azucarillo. Cuando el Madrid marcó el primer gol, el once de Celades se vino abajo porque los jugadores se convencieron de que no iban a ganar. Fue como si de una rendición se tratara. El Madrid acabó goleando por incomparecencia. La escasa lógica del fútbol suele apretar donde más duele y acaba ensañándose con quien menos recursos tiene para hacerle frente. Y, por desgracia, este equipo cada vez presenta menos argumentos futbolísticos y cada vez ofrece menos dosis de confianza. El Valencia ha perdido su solidez defensiva, pegada para ir a un intercambio de golpes tiene la justa, y cuando se ve obligado a salir a campo abierto, se desnudan sus carencias. 

Este Valencia se achica fuera de casa. Es una lágrima. O sus futbolistas se asustan como inocentes o evidencian una bajada de brazos colectiva como si la cosa no fuera con ellos. De los cinco partidos que ha disputado como visitante en esta segunda vuelta solo ha logrado un punto. Y lo peor, ante el Mallorca, Getafe, Real Sociedad y Real Madrid no ha bajado de tres goles encajados. De la escasa agresividad que revelan las estadísticas a la falta de profesionalismo hay una delgada línea roja. Ese compromiso que tenía el vestuario de Marcelino parece haberse perdido. De cara a las dos próximas salidas, ante el Eibar y el Villarreal, estos datos son como para estar más que preocupado. A día de hoy, ¿quién es el verdadero rival? ¿El Madrid? ¿Osasuna? Creo que el propio Valencia. 

Igual pongo el foco demasiado en el equipo. Pero creo que habrá tiempo para todo. No seamos impacientes. En una semana sabremos si el Valencia mantiene intactas sus aspiraciones europeas o si, por el contrario, cae en el peor de los abismos: la mediocridad. Ya habrá tiempo de mirar hacia arriba y de hablar de las caprichosas decisiones tomadas por Murthy. Y de ese proyecto ganador en el que se ciscó Lim el curso pasado, para poner al mando a un grupo de ejecutivos, cuyos currículums laborales son tan extensos como escasa su experiencia en este singular mundo del fútbol. 

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