VALÈNCIA. Le tengo un cariño especial a Juan Mata. Hace años que no hablamos y sin embargo me ha resultado imposible no esbozar una pequeña sonrisa con cada uno de los logros que ha ido consiguiendo a lo largo de su exitosa carrera deportiva. Pero no me malentiendan, no quiero con ello presumir de su amistad. Amigo es otra cosa. Pese a ello, hay futbolistas que te marcan por siempre y el ex mediapunta del Valencia ha sido uno de ellos. Las condolencias hacia él y su familia expresadas el pasado lunes desde el entorno blanquinegro y por el propio club tras el fallecimiento de su madre Marta hablan bien a las claras de cómo un campeón del mundo siempre antepuso su lado humano al profesional. Un rara avis en el mundo de este deporte tan endiosado en el que Juan ha sabido ser ejemplo dentro y fuera del campo. Por eso, el asturiano sigue siendo tan querido en el Cap i Casal.
Casualidades del destino y alguna que otra oportuna llamada de teléfono me permitieron dar mi primera 'exclusiva' -¡qué poco humilde ha sonado!- sobre un fichaje para el primer equipo. Era el mes de enero de 2007. Un amigo tenía hilo directo con el vestuario de aquel Real Madrid Castilla y me puso tras la pista: "estate atento porque Carboni quiere robarle a una de sus estrellas al Madrid". Imposible, pensaba yo. Pero a medida que uno fue escarbando el chivatazo tenía mayores visos de hacerse realidad. Hasta el punto que, varias fuentes, no se atrevían a negarlo. El entonces director deportivo había convencido a 'Juanín' -todavía le llamaban así- para que continuara su crecimiento profesional en el primer equipo del Valencia. Y es que los blancos habían estado lentos en su proceso de renovación y Amedeo muy listo para anticiparse a la jugada. El proyecto, la apuesta deportiva y la económica le acabaron de convencer.
Todavía quedaban seis meses para llegar a junio y tanto Mata como su entorno no tenían más remedio que negar la mayor. Incluso, dejarse querer por el propio club merengue porque había un Mundial sub '20 a la vista y el centrocampista no podía dejar de jugar si quería mantener su puesto en el once de la selección. Y así sucedió. Entre noticias y rumores infundados acabó la temporada, el Castilla -con un auténtico equipazo descendió- y Juan se marchó con La Rojita. Pero antes de viajar a Canadá, por fin, lo conocí en persona. Fue en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, cuando todavía un periodista de un medio local tenía la posibilidad de entrevistar a los internacionales. Y allí me fui a charlar con él y con Sunny. ¿Se acuerdan de Sunny Sunday? Ese mismo. Mientras este último hablaba en presente del Valencia pese a no haberse oficializado su fichaje, Mata apenas hacía referencias a la entidad ché. Por respeto al club en el que se había formado no quiso casi ni mencionar la palabra Valencia pese a que estaba todo acordado. Sin embargo, todavía no era 1 de julio y se debía al Real. Con 19 años ya era un señor.
Como lo ha seguido siendo hasta hoy. Campeón de todo, en el trato de cercano te gana. No dirías que es quien es sin conocerlo. Es tan normal que te llega a resultar extraño. Recuerdo su último año como murciélago que me decía: "Siempre voy liado: cuando no me llaman para un acto tengo que hacerle un vídeo a un chico o colaborar en una entrega de premios de un equipo de barrio". Su problema era que no sabía decir que no. Se sentía en deuda por todo el cariño recibido. El club, los compañeros, la afición, Mestalla, su peña...era el ídolo. Pero la situación económica hacía que su venta fuese de obligado cumplimiento y tuvo que decir adiós. El Chelsea fue su destino pero su salida resultó tan elegante que es difícil encontrarle algún pero a sus cuatro años por nuestra ciudad.
Hoy en día encabeza el movimiento 'Commo goal' dónde más de un centenar de futbolistas de todos los niveles ceden el 1% de su salario para ayudar a una red de organizaciones benéficas de todo el mundo porque como ha repetido en varias entrevistas, "los jugadores tenemos que saber en el mundo en que vivimos y ser ejemplo". "Respecto a la sociedad, mi sueldo es una burrada, algo irreal. Hay que ser conscientes de la posición en la que estamos y ayudar con lo que puede significar poco para nosotros, pero mucho para otra gente". Como les digo, un tipo especial. Un rara avis. Pero por encima de todo, un ejemplo.