VALÈNCIA. “Parecía un partido de regional”, se justificó Marcelino en la sala de prensa de San Mamés tras el encuentro de Copa del Rey entre el Athletic y el Valencia. Para mí, esa queja del entrenador asturiano sobre el estilo de juego del rival me suena a una excusa de mal pagador. Sobre todo porque sus equipos, y así lo pudimos comprobar cuando dirigía al conjunto de Mestalla, no se caracterizan precisamente por su fútbol preciosista ni por tocarla de tacón en cada jugada. Tampoco lo hace su Athletic. Es más, el fútbol con el que el once rojiblanco nos deleita cada domingo se asemeja más al Valencia de Bordalás o al Atlético de Simeone, que al Barça de Xavi o del idolatrado Guardiola. Una vez más, y ya son muchos los años, Marcelino evidencia en público su mal perder. Aunque en este caso lograra un empate.
Yo ya paso del debate estilístico. Cada día me cansa más. Aquí lo importante es ganar. Lo primero es lo práctico. Si puede ir acompañado de lo estético, mejor. Pero lo primero es lo primero. No hay otra. Del subcampeón no se acuerda nadie. Lo del jogo bonito es una milonga. Ya lo dijo el mítico Alfredo Di Stéfano en una entrevista a Las Provincias en el año 1987: “El que quiera ver espectáculo que vaya a ver al Bombero Torero”. Aquella genial portada del rotativo valenciano todavía es muy recordada por algún exfutbolista de Mestalla. Sobre todo porque no sentó nada bien entre la plantilla. Aquel año 87, el Valencia lideraba la clasificación de Segunda con el único objetivo de volver a Primera como consigna global. El equipo sacaba adelante sus partidos con cierta solvencia, pero un sector de grada exigía un plus futbolístico a sus jugadores cada fin de semana. Cuando el periodista le preguntó a Di Stéfano por esas quejas de una parte de la hinchada, el entonces entrenador espetó una de esas frases características suyas que quedarán grabadas de por vida en el imaginario valencianista: “El Bombero Torero”.
Volviendo al partido de San Mamés, considero que Marcelino estuvo desafortunado en sus declaraciones y que trató de justificar lo injustificable. Él mejor que nadie sabe que al fútbol se puede jugar de muchas maneras, a cada cual más respetable, y que es un deporte de once contra once cuyo objetivo es ganar. Por eso se molesta tanto cuando no lo consigue. En San Mamés, el Valencia fue mejor que el Athletic y mereció la victoria. Así de claro. Es más, cuando el marcador reflejaba el resultado de 1-0 favorable a la parroquia local, recuerdo al propio Marcelino desde el banquillo pedir calma y tranquilidad a sus futbolistas gesticulando con las manos cada vez que sus pupilos iban a realizar un saque de banda. En esos momentos, nadie en Bilbao tenía prisas por nada.
Pero profundizando en la desacertada frase de marras me temo que, además, iba con segundas. Porque, aunque en la previa hubo postureo, no hay buen rollo entre ambos entrenadores. Creo que la misiva de Marcelino llevaba implícita cierta carga de profundidad. Igual que cuando dijo que él ya sabía lo que era jugar una semifinal de Copa. Que también fue otro palito a Bordalás. En su metalenguaje particular lanzó un dardo envenenado contra el técnico de Mestalla, al que pareció recordarle sus años como entrenador de equipos de Regional para desprestigiarlo. Porque a Bordalás son muchos aristócratas del fútbol los que le afean el ADN de sus equipos. Igual es hilar muy fino si lo consideran ustedes, pero un cero para Marce. A mí entender, menospreció al rival. Le faltó el respeto olvidando, por el contrario, el mérito que tiene el Valencia de Bodalás y el baño táctico que le dio a su Athletic. Marcelino, tú reacción sí que fue de regional….