opinión / 13 de noviembre

Realidades, objetivos y sueños

26/11/2019 - 

VALÈNCIA. Los tres puntos del pasado viernes no se celebran con la misma efusividad que otros por la relevancia del rival, pero adquieren un valor añadido con el paso de las jornadas por lo que costó, lo que sucedió y por esos matices que ratifican que el fútbol se rige por estados emocionales. De los positivos, emergió en un final agónico la figura de Aitor Fernández, de dulce una vez más, con su parada providencial y aliándose con la madera en el trallazo de Fran Gámez. 20 puntos, tres victorias en los últimos cuatro encuentros y sin haber acabado la primera vuelta. Prácticamente medio camino recorrido hacia el objetivo de la permanencia, con un equipo reconocible, que se asemeja cada vez másal ADN de Paco López y que salió por la puerta grande en un guión excesivamente condicionado. Ganar al Mallorca dejó el premio deseado y excesivos peajes: lesiones y detalles que ensucian cualquier hoja de servicios y más si el que desbarra es el mejor pagado de la plantilla. No me gustó su reacción, sobre todo hacia sus compañeros que intentaron frenarle para que su cortocircuito no fuera a más. Pero hay que ser justos y aplaudir también la rectificación de un Campaña con exceso de revoluciones y que puso en riesgo tres puntos necesarios para corroborar que el despegue tras el desastre ante el Espanyol no se ha quedado a medias. Aprenderá, estoy seguro. Lo plasmé en mis redes sociales y lo repito en estas líneas: lo quiero siempre en mi equipo pese a que se equivocó en el terreno de juego.

Hace un mes, la victoria de los pericos de Machín, que desde entonces solamente han sumado un punto más, generó una realidad plagada de nubarrones. Fue un Levante irreconocible y herido en su orgullo tras sentir las discrepancias de la afición y las corrientes de opinión en redes sociales que no marcan los tiempos, pero que son productivas si se saben gestionar. Lo mejor es que el balón siguió rodando muy pronto y el Levante encontró el camino en San Sebastián. Creo que este equipo se lo puede creer y puede apuntar a cotas mayores. Este vestuario tiene argumentos suficientes para dejar atrás la autocomplacencia. Porque además ha demostrado que puede mirar sin miedo a cualquier rival, pero evidentemente también le pueden tocar la cara sin esa intensidad y concentración que prevalece por encima de la calidad de los jugadores. Así se ganó al Barcelona y sin ambos factores hizo sangre el Espanyol. Es curioso que el vecino Valencia, estando por detrás aunque con los mismos 20 puntos, mire a la Champions League y en Orriols tiemblen las piernas a la mínima de cambio o se ponga el grito en el cielo por el exceso de sufrimiento como ante el Mallorca. Hay que convivir con esta realidad. Es lo que hay. Ni mucho menos marco ese objetivo de campanillas, pero sí que pienso que este Levante ya no es un equipo de mínimos por mucho que la realidad diga que lo primero está la supervivencia en la categoría y más de cara a un futuro próximo en el que tocará vender para afrontar esos proyectos que de momentos son promesas sin cumplir o prolongadas más en el tiempo de lo inicialmente vanagloriado.

Con los pies en el suelo se apunta alto. Con esa humildad que ha convertido a Aitor en el mejor portero de LaLiga, mejor que Oblak y Ter Stegen por mucho que el de Arrasate, merecidamente renovado, diga que esta comparación se aleja de la realidad. O que ha propulsado al escalón de indiscutibles a Miramón y Clerc, dos laterales que sobre el papel partían por detrás de Coke y Toño. El primero es un obrero del fútbol. Un lateral de largo recorrido que es todo sacrificio y desgaste. Que va de menos a más partido a partido. Que ha fallado en alguna acción que ha costado algún disgusto, pero que lo suple con una entrega incansable. Un jugador generoso que contra el conjunto balear se convirtió en el tercer defensa que participa en dos tantos del Levante en Primera tras Ian Harte frente al Sevilla en 2007 y Juanfran ante el Valencia en 2013. Y eso que es prácticamente un novato en el carril del ‘2’ como así recordó el propio zaragozano en su presentación: “Mi posición siempre ha sido el mediocentro ofensivo, el extremo..., siempre me he movido en posiciones ofensivas, pero el año pasado me pusieron de lateral, una posición en la que puedo crecer y mejorar». Y así lo está haciendo en Orriols, donde llegó libre. El mismo discurso se extiende a Clerc. Otro de los últimos aciertos de la anterior dirección deportiva, también sin pagar traspaso, ya que era agente libre desde enero y el Levante hizo los deberes rápido. La temporada pasada fue el único futbolista de campo que disputó todos los minutos en Segunda. El mejor ‘3’ de la categoría, con la guinda del ascenso con Osasuna. Ahora crece a pasos agigantados en la élite y además ha caído de pie en el vestuario.

Los peajes ante el Getafe

El semblante de Melero en la zona mixta del Ciutat era el de un futbolista que jugó con fuego y se quemó. Era duda, superó el calentamiento, o mejor dicho trasladó al cuerpo técnico y médico que se sentía preparado, y en menos de dos minutos cayó noqueado. ¿Demasiado riesgo? ¿Paco debió curarse en salud y no forzar su titularidad si estaba más fuera que dentro? ¿Le pesaron a Melero sus ganas de seguir consolidándose en el once? Sinceramente ya no tiene sentido darle más vueltas al asunto y sí desear que su regreso sea la mejor noticia en el inicio de 2020. Con su lesión comenzó un encuentro accidentado. Sin él ni Campaña por sanción, Paco reduce para Getafe sus opciones en la medular a un imperial Radoja, Bardhi, Rochina y un Vukcevic que ha desaparecido de la libreta del cuerpo técnico a la misma velocidad que ha crecido el ex del Celta. El motivo oficial de su ausencia en la lista contra el Mallorca fue un proceso gripal. Me lo creo. En partidos de hierro, de bajar al fango como fue el del viernes, con fases sin brillantez que abocan el cara a cara a una mayor solidez y músculo, jugadores de las características de Nikola son necesarios en este escenario, con más o menos protagonismo, y ahora también que se aglutinan los contratiempos. Su vuelta en Getafe se asoma como alternativa para un doble pivote que sería de un perfil distinto.

El Coliseum supondrá otra prueba de fuego para la pizarra del renovado Paco. El Getafe (séptimo con un punto más) es un rival especial para el míster de Silla. Allí debutó con el primer equipo en marzo de 2018 con un triunfo por la mínima gracias a Coke (0-1). «Fue un antes y un después. No solamente en lo personal, sino por la reacción del equipo. Es un campo que trae buenos recuerdos», comentaba el técnico granota antes de la visita de la pasada temporada, que también se tiñó de azulgrana con otro 0-1, esta vez de falta directa del macedonio Bardhi. El del domingo será su tercer desafío en casa de un Bordalás que pierde por sanción a Jaime Mata y Mauro Arambarri.

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