VALÈNCIA. En 2014 la afición del Valencia CF (VCF) tuvo un sueño. Aquella ensoñación pronto se torció hasta convertirse en una pesadilla. Dos vendedores de elixir subidos en su carromato, dos embaucadores, colocaron en Mestalla a un magnate de Singapur. Vendieron un Borussia, el Dortmund, pero el club se ha convertido en el otro, el Mönchengladbach. Hay gente que sigue aletargada, pero el catálogo de desmanes, mentiras, medias verdades y catastrófica administración supera las 1.000 hojas de la documentación sobre el nuevo estadio que, según Javier Solís, el club presentó al Ayuntamiento. El tocho de los estragos de Meriton en el VCF es monstruoso. El Necronomicón terrible de Singapur.
El domingo 19 de mayo el estandarte de Libertad VCF liderará una nueva manifestación en protesta por la gestión de Lim en Mestalla. Otros banderizos se han unido a la marcha. La bandera que los envolverá a todos será la del Valencia. El propósito: vaciar Mestalla, dejar al equipo ante el Girona y enfrentar a los ejecutivos de Meriton: Layhoon Chan, Javier Solís, Miguel Ángel Corona, Inma Ibáñez y compañía, con el cemento del graderío, mientras la avenida de Suecia atruena con los cánticos de los aficionados contra ellos y Peter Lim.
Cada cual es libre de entrar o no al estadio según le dicte su conciencia y su grado de confort o malestar con Meriton y sus 'Yes men', por supuesto. Libre albedrío. Libertad. Pero no me gustaría que los aficionados que respalden el vaciado se enzarzasen con los que decidan entrar y viceversa. De hecho el divide et impera, que fomenta la propaganda de Meriton habitualmente, persigue sembrar la discordia para debilitar a sus oponentes. Esa división, las trincheras que ha cavado para que la gente se eche a un lado o al otro son parte de su éxito. Hemos caído en la trampa.
La medida de vaciar Mestalla es urgente porque, aunque haya gente contraria a dejar solo al equipo en un partido con algo en juego, es un daño colateral en pos de un objetivo superior: la salida de Peter Lim. Como escribió el barbudo Alan Moore en V de Vendetta "las lágrimas de ayer riegan los campos de mañana". Supongo que alguno ya habéis intuido el guiño al genio de Northampton en el título. Es decir, a veces, un porvenir próspero requiere de un sacrificio. Como, en este caso, dejar al equipo desnudo, sin su gente, ante el Girona se juegue lo que se juegue. Ya lo dice el refranero español: "A grandes males, grandes remedios".
Dudo que el vaciado de Mestalla, si finalmente tiene un efecto contundente y un respaldo masivo, sirva para provocar una revolución en la estructura del club que provoque la salida en estampida de Peter Lim. Al fin y al cabo los que peor lo pasarán son sus ejecutivos en la ciudad, ejecutivos que no ejecutan (sic), pero que aceptan su rol. Lim seguirá en su poltrona, pero si la movilización sirve para remover conciencias, bienvenida sea. Y si provoca ardor en Singapur, también.
No voy a repartir carnets de valencianismo. No voy a aconsejar a nadie que haga una cosa o la otra. Pero esto es una columna de opinión y escribo la mía. Espero una imagen tan potente como la del 21 de mayo de 2022 y que la afición vuelva a colorear la cara de Peter Lim, recordándole que en Mestalla causa rechazo. Una imagen que trascienda fronteras y que vuelva a decirle al planeta fútbol que la gente del murciélago repudia a su máximo accionista. Es una cuestión de orgullo y de supervivencia. Y de futuro. Uno mejor. Recuerden, recuerden el 19 de mayo.
"Este concierto se lo dedico a la señora justicia en honor a las vacaciones que parece se está tomando y en reconocimiento al impostor que ha ocupado su lugar" (V de Vendetta).