VALÈNCIA. Bordalás ya me parecía un entrenador enorme cuando eso apenas se podía decir en Valencia porque el míster del Getafe era odiado en Mestalla, tras el rifirrafe persistente que mantuvo con Marcelino. Siempre pensé que se lo llevaría la Premier, donde encajaría como un guante. Al primo de JIM; no al otro. Bordalás acabó firmando en Mestalla, un proyecto siempre atractivo y apetecible, pese a Lim. Muchos mestallistas se precipitan, en mi opinión, al voltear campanas y encumbrarlo. Podrían hacerlo por su trayectoria hasta la fecha y por sacar un partido más que óptimo, con luces y sombras pero más que óptimo, de una plantilla muy justa, pero no por llevarles de nuevo a unas ilusionantes semifinales de Copa, perdiendo de vista que el camino hasta aquí viene empedrado por rivales de la entidad, con todo el respeto, del Utrillas, Arenteiro, Cartagena, Atlètic Balears y Cádiz.
El Cádiz (ya con Sergio en el banco) es el peor equipo que ha pasado este año por Orriols y sin embargo ganó 0-2. Eso sí: de forma injusta e inmerecida. Aquellos que nos esforzamos, con todas nuestras limitaciones, por ver el fútbol más allá de los resultados, intentamos entender matices que otros ven nublados por los guarismos. Como por ejemplo que el Cádiz lo tiene tan complicado o más que el Llevant para salvar la categoría; que Bordalás tiene un amplio margen de mejora pero Europa sería una auténtica proeza, con los mimbres que tiene, o que el Llevant, en condiciones normales, podría llevar 14/15 puntos más en la tabla y a nadie le sorprendería y que, por tanto, si no se deja aplastar por la coyuntura, que no puede ser más adversa, podría resucitar, firmar una segunda vuelta prodigiosa y salvarse.
¿Hay una mejoría en cuanto a fútbol (más allá de resultados) con Alessio Lisci? De entrada, el romano ha conseguido algo que se resistió a sus antecesores, después de cinco partidos al mando: ganar, al Mallorca. Y además mereció vencer a Osasuna y empató a cero; tuvo contra las cuerdas a Espanyol y Valencia y perdió por detalles (4-3 y 3-4)… y el desastre del Madrigal. El equipo, sin embargo, ha competido y merecido más en cinco de seis partidos, algo que supera con creces las sensaciones anteriores. También ha sumado más que con López y Pereira, aunque sea insuficiente de momento.
Sin fútbol y sin superioridad no llegan las victorias, pero sin victorias, sin encadenarlas, sin el punto de fortuna que las permita, el pozo cada vez parece más profundo y el factor anímico cae en picado. Eso desde dentro. Desde fuera, sin apenas luz, cuando se mira hacia arriba, cuesta mantener la cabeza fría y valorar algo que no sea sumar de tres, aunque sea de forma injusta y en el descuento.
En marzo de 2018, cuando Paco López sustituyó a Muñiz, el Llevant llevaba una victoria en 22 partidos, una racha que se inició con un demoledor 4-0 en el Villamarín y que, con 12 puntos de 66, apuntaba a Segunda. Antes de la derrota en Balaídos, en el último partido, sumó 25 de 30. Este curso llevamos 11 de 63…
Aquel día en Getafe, los blaugrana, de blanquinegro, vencieron 0-1 de forma injusta. Y todo cambió. De repente, futbolistas hundidos que parecían incapaces de ganar y practicaban un fútbol ramplón que invitaba a la desesperanza, sacaron lo mejor de sí mismos y encandilaron a todos con una puesta en escena brillante y efectiva que les permitió sumar más que nadie, incluso que aquellos que pugnaban por ser campeones. Aquel gol de Coke inició un final de temporada de ensueño y una época dorada, incluido el susto de Girona.
Aquel día de Getafe debutó López, llegado del filial. En el otro banquillo estaba Bordalás, que pugnaba por meter al Getafe en Europa. Este año debuta Alessio Lisci, en Primera tras diez años en la factoría de Bunyol. Enfrente de Darío Navarro, que le sustituye, sancionado, estará Quique Sánchez Flores, de pasado mestallista.
A veces el fútbol se conjura y gana el mejor. Otras sencillamente regala los puntos a quien los merecía desde hacía tiempo. Mejor lo primero, pero no es cuestión de ponerse exquisito. Nos sirve lo uno y lo otro. Y recitar palabras amables que nos devuelvan la sonrisa y la esperanza: ganar, reilusionar, recortar puntos, plantarnos ante el Betis en Orriols convencidos de que merecemos estar más arriba y de que aún no es tarde.