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Revisad vuestro manual de tópicos mestalleros

¿Entonces qué ha sido de la afición de los vete-ya?, ¿qué ha quedado de la impaciencia atávica? Ah, sorpresa. Mestalla, en un ejercicio de paciencia y contención, está a favor y no en contra. Los análisis inciden en la calma de una afición a la que ni tan siquiera le ha hecho falta las campañitas de soporte al equipo para mostrar comprensión.

11/10/2018 - 

VALÈNCIA. Casualmente ya no se acuerdan de Mestalla. La falla, la traca y el magma volcánico inserto en el código genético del mestallismo, ¿dónde está? La sarta de tópicos manoseados sobre la impaciencia del valencianismo, ¿qué ha ocurrido con ellos? Las piezas de informativos clamando por las revueltas en el Camp del València y la vis caprichosa de sus militantes, ¿por qué no se dan la vuelta ahora? Los de los escuditos a la inversa, los de la incitación al jaleo, ¿qué se sabe de ellos?

Está siendo un inicio de Liga muy reconfortante. Las cosas han comenzado tan mal que llegados a este parón de otoño saben bastante bien. Todo hace indicar que se trataba del último experimento secreto del pérfido Marcelino para poner a prueba las adhesiones ambientales. Y ahí lo tiene, ahí lo tienen.

Un antídoto contra las leyendas urbanas y las atribuciones sobredimensionadas. El Valencia, recapitulemos, no ha ganado ningún partido de Liga en su casa, ha perdido con dolorosa sumisión su partido como local en Champions, apenas ha anotado goles, transita entre la zona media baja observando como su principal competidor, el Sevilla, se ha escapado con un tirón recargado de goles. Qué panorama.

¿Entonces qué ha sido de la afición de los vete-ya?, ¿qué ha quedado de la impaciencia atávica? Ah, sorpresa. Mestalla, en un ejercicio de paciencia y contención, está a favor y no en contra. Los análisis inciden en la calma de una afición a la que ni tan siquiera le ha hecho falta las campañitas de soporte al equipo para mostrar comprensión.

Que se sepa, son los mismos aficionados que incendiaban, los mismos del ‘arde Mestalla’ y otros titulares prefabricados. ¿Es entonces un conformismo sobrevenido? No lo creo. Tiene más que ver con una creencia sustentada. Con atender a señales inequívocas de mejora (lenta, pero visible), por asumir como propio el discurso de su entrenador, por escuchar a este mismo proponer una hoja de ruta con la que superar las debilidades en lugar de haberse empeñado en hacer como que todo estaba bien.

Mientras en otros entornos buscan acabar con la cabeza de sus técnicos apenas abierta la Liga, la calma constructiva sujeta Mestalla. Ni se trata ahora de una afición ejemplar ni se trataba antes de una hinchada irracional. Es el contexto, son las circunstancias. Basta con acercarse, con querer escuchar, para darse cuenta de por qué sí ahora hay una creencia en el largo plazo (lógicamente no será una fe eterna). El entrenador y la dirigencia tienen el mérito de resultar creíbles a pesar de que todo comenzó fatal.

Hagan el favor, revisen su manual de tópicos mestalleros.

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