VALÈNCIA.- Es el dios del metal pero no de la puntualidad. Su manager advierte y él cumple con el retraso. El resto de componentes de Gigatron, su banda de heavy metal, está sobre el escenario de la sala 16 Toneladas (València) ensayando el concierto con doble pase que tienen esta noche. Aún van en ropa de civil —chanclas, vaqueros rectos, camisa a cuadros y sin maquillar—. Son buenos. Muy buenos. Si no eres un pijo —el enemigo acérrimo del metal— notas que lo son... «¿Por qué no ha venido Charly?», pregunta Johnny Cochambre, baqueta en mano. «Está en el taxi», responde David, el manager. Una tercera voz, la de Dave Demonio o Kike Turulo, guitarra y bajo respectivamente, justifica el retraso con un «desde que Charly no bebe…».
Aparece Charly Glamour. Un haz de luz como un hacha golpea la sala vacía.
Alguien le acerca un vaso de plástico con cerveza. Al medio segundo solo es un vaso de plástico. Posteriormente aclara que lo que no bebe es cassalla. «Ya no tomo, me he rehabilitado; chupo un sapo de vez en cuando».
Charly es Charly. No se le puede llamar por su nombre de pila. Tampoco fotografiar sin peluca. Su vestuario de paisano podría ser el de un roadie anónimo que carga con los caprichos de una estrella del rock. Gorra negra, camisa de manga corta con bolsillos, pantalones negros anodinos y zapatillas como las que hay en cualquier zapatería de barrio. Debajo de la gorra se aprecian unas patillas canosas. Él y el resto de la formación deben de tener entre 40 y 100 años. Los heavies no envejecen.