VALÈNCIA. Con su participación este pasado sábado ante el Granada CF, Rodrigo alcanzó los 200 partidos con la camiseta del Valencia CF, una cifra más que destacable. El atacante ha multiplicado su influencia desde que llegó al club en verano de 2014 y hoy, después de 156 partidos en LaLiga, 21 en la Copa del Rey, 14 en la Champions y 9 en Europa League, nadie duda en señalarlo como una de las referencias más claras de un equipo cuya mayor virtud reside en el alto nivel colectivo, al punto que Celades, como hizo semanas atrás, explica que “Rodrigo es un jugador diferencial para nosotros”. El ‘19’ se está ganando a pulso su sitio en la historia del club y lo hace, además, como uno de los jugadores nacidos más allá de nuestras fronteras que más veces han defendido en los últimos cien años la camiseta del Valencia CF: concretamente el decimosegundo.
En estas seis temporadas como valencianista, Rodrigo ha marcado 54 goles y ha repartido 31 asistencias a sus compañeros pasando prácticamente por todas las posiciones del ataque y actualmente solo hay dos jugadores con más partidos jugados que él en la plantilla: Parejo (352) y Gayà (205). Desde su debut ante el Sevilla FC en el Pizjuán a su primer gol como valencianista ante el Getafe CF, la clasificación para la Champions de 2015 ante el AS Monaco (donde fue decisivo con un gol en el partido de ida), sus 19 goles de la temporada 17.18, la llamada de la selección absoluta o su primer Mundial con España.
Su etapa como valencianista concentra grandes momentos y es sinónimo de lucha y de crecimiento constante. En el terreno de juego su trabajo y sus goles le han otorgado un estatus que concentra el foco de los defensas rivales cada vez que salta al césped. Rodrigo intimida y marca la diferencia y su personalidad impulsa al equipo. En Mestalla ha sido decisivo para lanzar al Valencia CF con un ‘hat-trick’ ante el Getafe CF en la eliminatoria de cuartos de final de la Copa del Rey que conquistaría el pasado mes de mayo en el Benito Villamarín de Sevilla, donde otra vez volvió a ver portería y alcanzó la gloria en la que quizá sea su noche más destacada en blanco y negro.
Ese cabezazo para mandar al fondo de la red el centro tenso de Soler desde la derecha y tumbar al Barça ya forma parte de la historia. En lo personal, Valencia ha sido el lugar de nacimiento de su hija Daniella, otra valencianista más desde hace algunas semanas, y sus gestos hablan de un jugador identificado con las raíces y el sentimiento hacia este escudo. El valencianista deja huella. Su dedicatoria a Jaume Ortí con una peluca comprada nada más salir del velatorio del ex presidente, su gol dedicado a Coquelin tras lesionarse, la victoria dedicada a Cheryshev en el Camp Nou o el tanto que dedicó con la selección al hijo fallecido de Santiago Cañizares conforman también un relato que brilla con luz propia y que todavía tiene capítulos por escribir. Su ambición sigue intacta, esto es solo el principio.