El triatleta del Proyecto FER ha tenido un sinfín de altibajos en los últimos años pero poco a poco está empezando a encontrar una estabilidad en sus resultados
VALÈNCIA. La vida de Romaric Forques (26/02/1999, Francia) no ha sido fácil como tampoco lo ha sido su carrera deportiva. Tras unos años con distintos altibajos, el triatleta del Proyecto FER se congratula por ver cómo poco a poco sus resultados se están estabilizando y esta temporada se ha reencontrado con un “mínimo de regularidad”.
Los inicios de Romaric en el triatlón fueron por necesidad. Pero esa necesidad se fue convirtiendo en pasión y vocación. El deportista narra a Plazadeportiva.com su historia: “Debuté en el triatlón a raíz de que el médico me detectó una escoliosis y me recomendaron que hiciera natación para intentar curarme”. Aunque es ya todo un valenciano, él nació en Francia y su llegada a la Ciudad del Turia cuando tenía 5 años también fue por necesidad aunque, en este caso, la de su hermano: “Nos vinimos a España porque mi hermano mayor, Maxence, es muy asmático y donde vivíamos en Francia hacía mucho frío y siempre mal tiempo y eso perjudicaba mucho la salud de mi hermano. Entonces como nosotros pasábamos las vacaciones de verano en Denia, mis padres decidieron dar un cambio de rumbo y mudarnos a Valencia”.
Durante su carrera como triatleta, el deportista 19 años ha cosechado grandes éxitos pero también ha tenido momentos de zozobra, de los que ha aprendido para poder mejorar. Romaric se fue en 2017 a ‘La Blume’, una residencia para deportistas en Esplugues de Llobregat, Barcelona. Allí el valenciano estuvo durante casi dos años y sufrió una de las temporadas más tormentosas. “Mi último año en la Blume fue bastante malo, tuve un problema en el diafragma que me impedía esforzarme al máximo. Fue un año muy duro psicológicamente. Pero de todo se aprende, volví a casa, a la órdenes de Jordi Jordá, recordaba cada día esos malos momentos para esforzarme más y luchar por lo que quería”, cuenta Romaric.
Después de esa experiencia, el triatleta está por fin viendo la luz. Esta ha sido una temporada en la que ha “crecido mucho, tanto deportiva como personalmente” y la califica de “notable”. La principal razón es que, según Romaric, “he conseguido tener un mínimo de regularidad, que era un punto débil, aunque en mis dos mayores objetivos del año no he conseguido los resultados que había soñado”. No siempre los resultados son lo más importante.
“Me siento muy orgulloso de poder disfrutar de lo que hago, entrenar día a día es lo que me gusta y lo que me gustaría seguir haciendo”. Esto es lo que ha aprendido durante todo este tiempo. Y en buena parte ha sido gracias al Proyecto FER: “Me ha permitido dar un salto hacia el profesionalismo. El triatlón es un deporte donde es mi difícil ganarse la vida. El proyecto FER te permite seguir luchando por tus sueños”, agradece Romaric.
Ahora el deportista del Proyecto FER está buscando retos más altos. “Este año he decido cambiar de grupo y unirme a Omar González. Creo que es un salto de calidad hacia mis objetivos a largo plazo y hacia lo que busco. Entrenar día a día con gente como Fernando Alarza o Antonio Serrat te hace crecer como deportista”, confiesa Romaric. Una decisión que le va a implicar estar más centrado en el triatlón que en los estudios, donde se está preparando para entrar en la Universidad. El deportista admite que compaginar ambas vidas va a ser una tarea “bastante difícil” pero que “aun así he decidido seguir con mis estudios poco a poco”.
Nuevo equipo y nuevos objetivos. Romaric se dispone a disputar su tercer año como junior. En 2017 se alzó, entre otros, con la medalla de plata en el Campeonato de España. “De momento no tengo planificada la temporada. Pero mis principales objetivos del año serán el Mundial y sobre todo el Europeo que se disputa en Valencia”, indica el deportista .
Y, como todo deportista, Romaric aspira a tocar el cielo con sus dedos: “Mi sueño sería poder disputar unas olimpiadas y ya soñando mucho más, por qué no subir a algún cajón”. El pódium olímpico is the limit.