VALÈNCIA. Paco López no es perfecto. Ningún entrenador lo es. Ningún profesional de nada lo es. En el fútbol todo está muy expuesto, sobre todo el entrenador. Todos sabemos más que nadie. Lo cierto es que dos situaciones encadenadas han dejado al mestre de Silla contra las cuerdas: al tramo final del curso pasado con una actitud sonrojante del equipo que el míster no supo revertir se suma el inicio del presente, con resultados adversos y errores reincidentes. Aún así, objetivamente la destitución de López sería un delirio: ha cumplido siempre los objetivos, firmó la segunda mejor clasificación histórica del equipo y lo llevó a semifinales de Copa, casi un siglo después. Y además ha escapado con éxito de callejones similares al actual.
La tragedia de hoy son cuatro puntos en siete partidos, tres contra rivales que quedaron entre los cinco primeros pero sobre todo el hartazgo de una parte de la grada por los errores persistentes del equipo. El crédito de López no es infinito pero sí amplio, aún así. Salvo accidente mayúsculo (una goleada ante un rival directo) tiene margen para conseguir la reacción del equipo. Hasta la jornada 13, me atrevería a aventurar. Mallorca, Getafe, Sevilla, Atlético, Granada y Alavés marcarán su futuro, el del propio club y el de todo el levantinismo.
Muchos levantinistas de corazón creen que debería ser destituido hoy mismo y están a punto de lanzar el ordenador por la ventana después de leer esto. Ven dramática la situación. Son muy respetables, aunque algunos de ellos no sean tan respetuosos con quienes discrepan, como yo, que sigo convencido que López revertirá la situación y que será capaz, durante el actual curso, de reilusionar al levantinismo; como yo, que ni siquiera veo falta de actitud en el equipo, como sí he denunciado en otras ocasiones, aún con el viento mucho más a favor. Tampoco escapa a nadie que Quico Catalán, hombre práctico e inteligente, ponderará hasta qué punto su apoyo al míster puede socavar la confianza en él.
López, en todo caso, no es perfecto. Tiene, de hecho, unos cuantos defectos que, ya en ésta, su quinta campaña con el Llevant, no ha sido capaz de enderezar y que le han hecho bastante impopular. Aunque no es el único responsable. Pongamos contexto y perspectiva. Un FPF poco ajustado a la realidad del club condicionó el trabajo de planificación deportiva previo al parche de Tebas y el CVC, que lo cambió todo. Quedaban tres semanas para enmendalla, pero nada de eso: ni salidas ni ventas ni cubrir carencias obvias. La plantilla quizá ha mejorado, pero apenas lo ha hecho en sus puntos débiles. ¿Hasta dónde es culpable López de las carencias? ¿Hasta dónde, de las once lesiones sufridas hasta la fecha?
¿De qué sí que es responsable López? Del once del Camp Nou, por ejemplo. De poner a Miramón, Postigo y Radoja a defender el sector derecho y no corregirlo. De condenar a Pablo al banco, meter a Melero, que sale de lesión, con calzador y solaparlo en la medular con Pepelu. De no apostar, más que a regañadientes (y más allá de lesiones y molestias), por un stopper puro como Vukcevic, que tanta falta le hace al equipo (o de poner a Pepelu en esa función). De sacrificar a De Frutos, el atacante más talentoso en el once, para cubrir las costuras del lateral. De insistir con un Gómez desesperante. Lo del once parece puntual pero revela filias y fobias de López, les manietes, tan criticadas.
Otro de sus defectos es tardar con los cambios, no leer bien los partidos para enderezar cosas sobre la marcha. En Ca’n Barça el destino regaló al Llevant llegar vivo al descanso. Era el momento de un cambio de rumbo radical, pero todo siguió igual tras el paso por vestuarios. Idéntico guión para idéntico problema. Y con 2-0 en contra. Un regalo para el Barça. El partido cambió con la salida de Pablo y Morales, y se reafirmó con Vukcevic en la medular. Entonces llegaron los momentos más dignos y las únicas ocasiones. Tarde para una losa demasiado pesada.
Ante el Barça sucedió esto, básicamente. Otros días son errores defensivos recurrentes, malas transiciones o mal balón parado, a favor y en contra. Son críticas de largo recorrido que se atenúan cuando hay buenos resultados. Pero este año, además, no entra la pelotita. Pese al esperpéntico partido, Morales en el 82’ y Cantero y Pablo en el 83’ tuvieron el 2-1 en sus botas. Y entonces recordamos el mano a mano de Morales en Cádiz para el 0-2, el palo del 4-2 de Cantero al Madrid, el penalti y la ocasión de Roger ante el Celta, etcétera. El fútbol es gol. Sobre todo gol. El gol lo cambia todo. Paco López puede trabajar en corregir errores pero todo es distinto si el Llevant suma de tres en tres y está en mitad de tabla. El debate entonces sería otro: ¿hasta dónde podría llegar el equipo mejorando los defectos? ¿Hay plantilla para más? Ahora, sin embargo, los fantasmas están desatados. En la grada y en el vestuario.
Las soluciones son estrictamente futbolísticas: cambiar lo que no funciona y buscar el equilibrio justo donde apareció en las crisis anteriores. Nada nuevo. Lo escribí hace nada: Robar y pasar. Eso somos. Alguien que cuide las espaldas a los atacantes, que disponga a los compañeros, un consuelo para los centrales. Intensos en defensa, verticales en ataque. Ayudará reincorporar efectivos. Que De Frutos, Melero y Mustafi cojan el tono; que Pepelu y Pablo, sumen minutos. Que regresen Vezo, Bardhi, Cárdenas, Soldado, Campaña y Malsa. Inventar lo que sea para restañar la sangría del lateral derecho: Vezo ahí y Pier en el centro, prohibiéndole por escrito hacer de Beckenbauer; Franquesa a pierna cambiada; el del filial o el juvenil. Lo que sea.
Cerré la previa del Barça así: “Mal rival, aún así, para soportar cierta obligación de ganar, al fin, y rebajar de esa forma el irrespirable nivel de ansiedad ambiental”. El Barça podía haber sido un atenuante, pero es que la imagen fue lamentable y la goleada, en justicia, debió ser bastante más amplia. Es imposible que no sea así si tantos peones muestran su peor cara y el míster no reacciona. Al menos lo reconoció en rueda de prensa. El actual rumbo es de colisión, claramente. Hay que cambiar cosas y sobre todo truncar la dinámica. Hay que hacerlo pronto. Ganar. Puntuar. Recuperar la confianza. Sonreír. Destensar los músculos. El Mallorca de Luis García estará enfrente para evitarlo. Esperamos otro once, otras ideas, otros conceptos. Una conjura dentro del vestuario. También otro resultado, claro. Aunque sea injusto sirve. Como el 0-1 de Getafe en el primer partido en que López se sentó en el banco blaugrana. No fue merecido, pero lo cambió todo. Urge algo así. Antes de que el presente lo ensucie todo. Antes de que las heridas sean demasiado profundas.