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Sí, me equivoqué

Cuando vino Peter Lim, sus hombres y mujeres, pensé que eran tipos de gestión prudente, que profesionalizarían por fin al Valencia, incluyendo la gestión deportiva, tratándola con la meritocracia por principio, pero me equivoqué...

4/12/2015 - 

VALENCIA. Peter Lim es un hombre al que desconocemos, y por ello nos parece imprevisible. Visto lo visto, si empezáramos a conocerlo comenzaríamos a ver que en realidad es un tipo enormemente previsible que tiene a hombres y mujeres de mucha confianza y no hace más que repartirlos entre sus diferentes proyectos.

Como lo conocemos muy poco, nos equivocamos mucho. Al menos yo no he parado de equivocarme desde que vino. Sirva esto como una confesión.

Cuando vino Peter Lim, sus hombres y mujeres, pensé que eran tipos de gestión prudente, que profesionalizarían por fin al Valencia, incluyendo la gestión deportiva, tratándola con la meritocracia por principio, pero me equivoqué.

Imaginé que la importancia que le daban a otras áreas del club, apostando por tipos reconocidos, o incluso en el consejo de administración (¿sigue existiendo?), plagado de curriculums infinitos, se vería reflejada en las decisiones futbolísticas. Me equivoqué.

Creí que con Lim, pese a las suspicacias en torno a su llegada, se pondría fin a los tiempos del caciquismo y al club de amiguetes que decidía el porvenir en timbas calurosas. Me equivoqué bastante.

Con el tiempo interpreté que la estrategia de Lim pasaba por entregar el área deportiva a Jorge Mendes, con el objetivo de retroalimentarse y beneficiar al agente. Me equivoqué, no era tan así o al menos no solo así.

Creí que el porrazo con Nuno serviría para que Peter Lim asimilara los riesgos extremos de hacer que la gestión deportiva dependa de los impulsos personales. Obviamente, me equivoqué. Las decisiones futbolísticas las toma él y solo él porque es lo que le gusta. 

Quise creer que el nunismo serviría a esta gestión para percatarse de que los criterios por los que se elige un cargo u otro no pueden solo depender de la intimidad personal, si no que es necesario elevar el nivel del método. Me equivoqué.

Quise creer que el nunismo, con su sonado fracaso, sería tratado desde la prensa adyacente de Madrid con la normalidad del entrenador al que han acabado cargándoselo por incapaz, pero me equivoqué y los abrazos del mendismo han generado la impresión que la culpa es de la afición de Mestalla (por otra parte sumisa y entregada a Nuno durante todo un año). Me equivoqué.

Quise creer que un tipo de la experiencia empresarial de Peter Lim se ocuparía de investigar y conocer bien cuál es el suelo que pisa, cómo es Valencia, la inevitable conveniencia de tener escudos con los que evitar socarrarse, pero me equivocaba, y después de dejar a Nuno sin protección alguna, solo ante todos, ahora es él quien se despoja de su escudo y se posiciona como principal responsable de lo que pueda ocurrir a partir de ahora.

Esta vez lo que creo es que el fichaje de Gary Neville es una mala noticia. No por quién es el elegido (un riesgo abismal que incluso podría salir bien; escucharlo es todo un gusto), sino por cómo ha sido elegido. Pero siguiendo la costumbre es muy posible que me vuelva a equivocar.

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