opinión politizada / OPINIÓN

¡Stickers para todos!

12/07/2023 - 

VALÈNCIA. Dentro de un par de meses, nuestra hija hará su debut en la guardería (sí, el tiempo pasa volando). Para muchos bebés y niños pequeños, este rito de paso incluye nuevas caras, nuevos amigos, nuevos ambientes… y pegatinas. ¡Muchas pegatinas!

Desde hace varias décadas, los expertos en educación infantil y primaria destacan el poder motivacional de los ‘stickers’ en los más pequeños como herramienta de refuerzo positivo para consolidar cualquier comportamiento, hábito o progreso que llevan a cabo en su desarrollo cognitivo. Hablamos de criaturas muy tiernas, por lo que en ocasiones el uso de pegatinas se desmadra hasta límites insospechados por parte de alguno profes. ¿El nene es capaz de colgar su mochila en el lugar correcto? ¡Una estrella para él! ¿Ha dicho “gracias” cuando le has dado su vaso de agua? ¡Arreando un sticker con carita feliz que ponga «Excelente»! ¿Se lava las manos después de comer? ¡Venga esa pegatina que reza «Genial»! ¿Va al baño solito? ¡Se merece un «The Best!»

Para ellos es lo máximo. Los stickers y la carga de recompensa que acarrean son lucidos como auténticas medallas por los peques. Algo que los adultos percibimos como entrañable porque, al fin y al cabo, están aprendiendo. La estrategia de las pegatinas empieza a perder fuelle conforme los críos se hacen mayores; en educación secundaria el asunto ya ha pasado de moda; y sobra apuntar lo ridículo que quedaría que alguien le regalase una pegatina de un hipopótamo guiñando el ojo y diciendo «¡Tú sí que vales!» a un adulto plenamente funcional.

La miseria ha sido tal en Valencia en las últimas temporadas que, de repente y por efecto rebote, se ha abierto la veda: stickers para todos, a troche y moche, por cumplir con obligaciones de lo más mundano. Por ejemplo, en la adquisición de Pepelu. Se paga al Levante ligeramente por encima de cinco ‘kilos’ en varios plazos, además de otra cantidad en caso de un futuro traspaso por una cifra elevada. Y se pretende que nos pongamos de rodillas y alabemos la labor de la dirección deportiva del Valencia por cerrar esa operación. Por, al final de la corrida, acabar dando más dinero del que marcaba su cláusula de salida. Así, sin anestesia previa. Por entendernos: se espera que inflemos a stickers a Corona y colaboradores por hacer su trabajo.

Imagino mi vida a golpe de pegatina y, la verdad, me fliparía que el editor me regalase un sticker cada vez que entrego una columna en tiempo y forma –es decir, todas las semanas-; que mi mujer me pegase un sticker en el pecho cada vez que bajo la basura o que un señor de la Agencia Tributaria llamase a la puerta de mi casa el día 30 de cada mes para plantarme una estrellita sonriente en la frente por pagar la cuota de autónomos. Esto es básicamente lo que se está pidiendo para el ‘nuevo’ Valencia: medallas a go-go por hacer lo normal, lo más básico, lo que hacemos todos a diario.

 

Pero, si nos ponemos a repartir medallas, deberíamos dárselas a todos. Por ejemplo, a aquellos ideólogos dentro del club que están apretando de lo lindo este año para que lo de “el Valencia de Valencia” cale entre la masa social. «¡Pulgar arriba!».

Una farsa cíclica que viene repitiéndose desde hace una década y, sorprendentemente, logra convencer a algunos incautos en cada periodo estival. «¡Súper!»

Porque ya hubo un “Valencia de Valencia” con Amadeo Salvo en 2014, y aquello acabó como el rosario de la Aurora. Es cuestión de hacer memoria un poco. También hubo “Valencia de Valencia” en la etapa de Suso García Pitarch, y el director deportivo acabó saliendo en globo tras la espantada de Prandelli. «¡Genial!»

¿Más “Valencias de Valencia”? El encarnado por Marcelino y Mateu. O el que representaban Anil Murthy y adláteres, al que también le molaban mucho las pegatinas de las botellas. «¡Tú sí que vales!».

Sin ir más lejos, teníamos “Valencia de Valencia” en la temporada 2022-2023, con diferentes ejecutivos valencianos y españoles en las esferas de responsabilidad… y el club casi acaba en Segunda División. «¡Buen trabajo!»

El nivel de infantilización y paternalismo con el que se trata a la masa social valencianista, harta de todo, hastiada de una propiedad que ni les respeta ni lo hará nunca, da a entender que tendremos stickers para rato en las próximas semanas. En ello estamos. Habrá que celebrar por todo lo alto que se lancen nuevas camisetas –que están guays, pero lo estarían más en presentaciones ‘curradas’ con jugadores y aficionados, más allá de una rueda de prensa-. Habrá que vitorear si se firma a Sergi Canós tras tener al jugador angustiado durante semanas y ser incapaces de pagar un mísero millón de euros por él. Y habrá quien sugiera sacar el autobús a las calles si se les ocurre vender a algún activo por un precio acorde al mercado, en lugar de regalarlo como viene siendo tradición desde hace cuatro años. A este paso, tocará pedir rollos extra de pegatinas para poder recompensar merecidamente semejantes maniobras magistrales.

A eso hemos llegado: a observar perplejos como hay gente que pide –exige, incluso- que se premie, se alabe y se reconozca con medallas al que simplemente cumple con su obligación después de mucho, mucho tiempo sin hacerlo. Ese es el listón desde el que partimos esta temporada. «¡A por todas!».

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