'United by Emotion' ('Unidos por la emoción') fue la temática de la ceremonia de Apertura de Tokio 2020. Una de las primeras secuencias que quedarán para el recuerdo de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 fue ese momento de la elección de la sede asiática en 2013 cuando, entre otras ciudades, competía con Madrid por albergar la cita. Algo menos de siete años después de aquello explotó en el mundo la pandemia global del coronavirus, que obligó a aplazar los Juegos de la XXXII Olimpiada al verano de 2021.
Y pese a la convivencia mundial con el virus, incluso a las situaciones que hicieron peligrar de nuevo la cita olímpica, por fin llegó este viernes la inauguración, sin público en el estadio olímpico, pero con una proyección absoluta a través de la tecnología y de la imagen hacia el mundo, refrendando la igualdad, la tolerancia, la diversidad y la concordia.
'Separados, pero no solos' fue el primer segmento artístico con el que comenzó la ceremonia (a las 20:00 horas en Tokio/13:00 horas en España) de forma puntual, que entremezcló el arte danzatorio, los elementos en superficie y la tecnología con el juego de proyección de elementos multimedia. Los bailarines desarrollaron una coreografía expresando la unión del mundo.
Finalizada la actuación, la megafonía dio la bienvenida al mundo, al tiempo que a las diferentes personalidades locales, nacionales y organizativas. La primera bandera que entró al estadio olímpico fue la del país anfitrión, Japón. Con los portadores con mascarilla, entre el silencio total, solo roto por la música japonesa y una interpretación, se izó la bandera.
Un solemne y respetuoso minuto de silencio, unido a una representación, recordó a las personas fallecidas a causa de la pandemia. Y se dio paso a una muestra de danza, acrobacias y tradición a partir de un entorno del trabajo de la madera, que fue evolucionando hacia los tiempos actuales para dar con una explosión tecnológica.
La progresión de este segmento artístico fue hilvanando desde la tradición, con un fondo basado en el trabajo de la madera, hacia un recorrer los tiempos, la introducción de elementos de modernidad y vanguardia, hasta alcanzar la figuración de los Aros Olímpicos, fusionando con un lanzamiento de fuegos artificiales. Fue el legado de #Tokio1964 presente en #Tokio2020. Estos anillos Olímpicos fueron construidos con la madera de los árboles que fueron plantados por los atletas hace 57 años, cuando los Juegos Olímpicos llegaron por primera vez a Tokio.
La ceremonia guardó la entrega del laurel olímpico de 2020 al Profesor Muhammad Yunus, por sus logros en cultura, educación, en desarrollo y el deporte.
El concierto musical que sobrevino fue antesala de la entrada de delegaciones de todos los países participantes en Tokio 2020, empezando como es tradición por Grecia y seguido por el Equipo Olímpico de Refugiados (desplazados por diferentes causas). Sucesivamente fueron apareciendo, con abanderadas y abanderados -no en todos los casos, como por ejemplo Arabia Saudí-, los distintos Equipos Olímpicos (solo accedieron al desfile los deportistas). Las mascarillas, claro, fueron común denominador. El total es de 206 Comités Olímpicos Nacionales con un censo de más de 11.000 deportistas. Rusia no compite por el demostrado dopaje de Estado, que supuso una ejemplar sanción, pero figura como Comité Olímpico Ruso.
La delegación española, con Saúl Craviotto y Mireia Belmonte como abanderados, apareció en el estadio olímpico a las 14:34 horas en España (21:34 horas en Tokio). Los dos campeones olímpicos en Río de Janeiro 2016 portaron juntos la bandera española, seguidos de una delegación amplia, que pasó por el estadio en la posición 88, reflejando con la mirada e incluso traspasando las mascarillas una sonrisa refrendando la ilusión por la esencia de los Juegos. La cámara de las delegaciones recogió a deportistas como Laia Palau o Alba Torrens de la selección de baloncesto, María López de hockey hierba, Liliana Fernández y Elsa Baquerizo como dupla de vóley playa, o Lara González y Sole López del combinado de balonmano de las Guerreras, entre otros. Desde la grada, Juan Antonio Samaranch junior o Marisol Casado se les vio aplaudiendo en pie a la delegación.
Mireia Belmonte (natación) y Saúl Craviotto (piragüismo) son los dos deportistas en activo más laureados de España, con cuatro medallas olímpicas cada uno. Belmonte ganó dos platas en Londres 2012, en los 200 m mariposa y 800 m libre, y otras dos medallas en Río 2016: el oro en los 200 m mariposa, su gran especialidad, y el bronce en el 400 m estilos.
Por su parte, Craviotto ganó su primer oro en el K2 500 m de Pekín 2008. En Londres 2012 fue plata en el K1 200 m, y Río 2016 conquistó el oro en el K2 200 m y el bronce en el K1 200 m. En Tokio 2020 los dos tendrán la oportunidad de superar las cinco preseas de David Cal.
La delegación de Japón, como país anfitrión y organizador de los Juegos Olímpicos de 2020, apareció en último lugar en el desfile tras 205 delegaciones. La ceremonia siguió con el protocolario Juramento Olímpico, reforzando las ideas esenciales de la diversidad, la concordia, la igualdad y el respeto. Ese mensaje quedó reflejada a través de la mirada centenaria de la deportista olímpica Agnes Keleti. Unidos en la diversidad. Una representación artística dio forma a una flor de colores, construyéndose a partir de la idea de la aparición y mezcla de deportistas de diferentes géneros y etnias.
En el cielo, 1.824 drones perfectamente sincronizados dieron forma al emblema de los Juegos Olímpicos 2020 en el cielo de Tokio. Del emblema muto al mundo como si de un holograma se tratara. Y sonaron las notas de 'Imagine', de John Lennon.
Emotivo momento de la Apertura que dio paso a un segmento en clave de parlamento institucional con Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), con el que se fue definiendo el cierre de la ceremonia. "¡Más rápidos, más altos, más fuertes, juntos y juntas!", es el nuevo lema olímpico. El Emperador Naruhito de Japón declaró inaugurados los Juegos de Tokio 2020 tras lo que entró la bandera olímpica en el estadio, izada junto a la de Japón. A modo de aviones de papel y de imágenes virtuales se desarrolló la protocolaria suelta de palomas, representando la paz. Un espectáculo en clave de tradición precedió a la entrada de la antorcha olímpica en el estadio. Y siguió un recorrido hasta llegar a manos de la tenista Naomi Osaka, encargada de ascender a la estructura que simbolizaba el monte Fuji, en cuya cima se abrió una flor que albergó el pebetero, encendido por Osaka.