VALÈNCIA. Estábamos metidos de lleno en este juego de azar que es entender qué pasa por la cabeza del máximo accionista cada vez que piensa en su club, cuando nos ha sorprendido a todos y todas, poniendo sentido común a su elección para ocupar el banquillo del equipo: trae un entrenador de verdad. No es que sea una decisión que nos haga celebrarlo por todo lo alto, pero al menos nos garantiza que no vamos a tener otra temporada de esa en las que todo parece fruto de la improvisación y del desatino. Los experimentos con gaseosa salen más rentables para las arcas del club y supongo que Lim habrá pensado, para sus adentros, que este club, de seguir así, será lesivo para su economía particular, esa misma que se sigue desplomando en bolsa, a pesar de que lo sanitario, en estos tiempos de radical atención a la salud, está al alza.
Supongo yo que Javier Gracia, de quien parece que será el entrenador del Valencia CF según breve anuncio que nunca acaba de llegar, estará al tanto de todas las cosas que se va a encontrar aquí y las que no. Tengo fe en que Jorge López le guie en la dirección deportiva, porque se trata de un hombre de fútbol. En la dirección deportiva también tenemos a Corona, que rige lo que rige y a un virus (Mendes) que lo gobierna todo, así que tenemos nuestro particular coronavirus en casa, que colapsa la respiración del aficionado, con decisiones que, difícilmente, las puede tomar alguien que sabe de fútbol, y sabemos que Jorge López y Corona saben mucho de fútbol. Lo que pasa es que, cuando le sube la fiebre a los especuladores de capital deportivo, entonces el conocimiento se evapora y se impone la urgencia del negocio fácil, de ese que pica o rasca en todos los movimientos de mercado, en los que nosotros creemos que el Valencia sale perjudicado, pero donde su propietario (el que debería ser el más damnificado) sigue jugando, una y otra vez. O Mendes es un amigo increíble (ya me entienden) o es el mayor prestidigitador que yo haya visto nunca y tiene a Lim sumido en una hipnosis profunda.
Pero Gracia todo esto lo debe de saber, digo yo: se supone que la Champions no será prioridad, sino la construcción de un…¡proyecto! Manda narices la cosa, porque se decía que íbamos a apostar por la cantera, teniendo en cuenta que, con lo que valió Correia, podías mantener la Academia unos añitos, a gran nivel; o podía haber renovado a Ferrán, que es uno de los grandes valores de esa factoría de Paterna. Otra cosa es que jóvenes como Ferrán mismo vean futuro aquí, por mucho que apuestes por los de la casa. Por ejemplo, Kang In no se cree la cosa esta del proyecto: no lo ve claro, porque no ve gobierno, ni nada de nada entre el club de aquí y el de allí. No le pidamos que sienta los colores, porque es un chico que venía con proyección y a esa carrera personal se aferra. Y aquí, de momento, no puede brillar ante tanta inestabilidad. También el club ha propiciado la idea de que el jugador se sienta prescindible en cada minuto de su vida, devaluando todo aquello que es, hace y consigue. Es sello personal de Meriton Holdings (pongan tweet, por favor), donde la única estrella que puede brillar es su amo y señor y los demás deben vivir bajo la imposición de un sol que quema principalmente y no da ni tanta luz ni tanta alegría a los campos.
Gracia debe recomponer un estilo de juego acorde a este club, dándole prioridad al apartado defensivo y encontrar la llave que dé fluidez ofensiva al juego. Para ello, se supone que habrá limpieza de vestuario, al que se le sigue acusando de conspiraciones en la sombra. Me da lo mismo, la verdad: lo único que les reprocho es su actitud esta temporada, más allá de que hubiera cinco, seis o siete futbolistas que nunca deberían haber vestido esta camiseta, por calidad propia. A Gracia le espera un vestuario con la mosca detrás de la oreja, que desconfiará de él (como es lógico, hasta un punto) y que, si puede, se marchará de la jaula de grillos que puede ser aquello como no se gestione correctamente. Le espera al técnico una temporada rara, pero sobre la que puede construir una buena base, aunque todo el mercado de verano sea esquizofrénico, ya que comenzará a trabajar con gente que, en muchos casos, no continuarán pocos días más tarde. Es lo que tiene planificar mal una plantilla y un club. Siempre tendrá jugadores jóvenes, porque la propiedad quiere eso mismo, para venderlos. Tendrá líderes como Paulista, Gayá o Soler, pero no sé si llegará a tener un jugador eje, que sea su prolongación en el campo. Si se va Parejo tendrá libertad para poner a quien quiera en el centro del campo y si no se va, deberá dosificarlo y convencerle de muchas cosas. Y así, un montón de asuntos pendientes que deberá atender, porque ha venido (o vendrá) a este club para pagar las deudas mal resueltas por otros técnicos y por sus gestores y sobre él caerá la responsabilidad de darle sentido y unidad a lo que hoy está roto, como, por ejemplo, la ilusión de los aficionados y aficionadas. Esta afición necesita paz, no que apaguen sus fuegos con gasolina: si debe comenzar el espectáculo bajo otro director de escena que, al menos, ha dirigido otras compañías antes, que tenga un poco de gracia toda esta farsa, esta parodia de club, porque estamos cansados de ser siempre testigos de la misma tragedia, esta permanente sensación de que el destino trágico es inevitable cada vez que la propiedad piensa y lo hace por y para todos. Feliz Verano, querid@s.