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¿Tirar la Copa?

16/12/2020 - 

VALÈNCIA. Hoy empieza la Copa y tengo un regusto extraño. Raro por todo lo que hemos vivido desde que ganamos el título en Sevilla, y por lo que significa este trofeo para muchos de nosotros. Tanto si la ganas como si te quedas a las puertas, la Copa es una competición especial, mágica y, con el formato actual, práctica para equipos con menos competiciones o menos posibilidades.

Yo soy partidario de no tirar nunca la Copa. Esto es como cuando uno estaba en una discoteca y de repente te tenías que ir de Woody porque tu amigo, amiga o amigue se ponía tan ciego o la liaba tanto que no había vuelta atrás. Total, te tocaba salir de allí con toda la tropa y era cuando llegaba el famoso “va nano, tira la Copa que nos piramos ya”, a lo que yo respondía “¿Tirar la Copa? Jamás”. Y si no me daba tiempo a acabármela, me la llevaba de camino como fuera. Porque una copa, para gente humilde como tú y como yo, cuesta mucho una –sobre todo si ibas a La Indiana- y no estamos como para desperdiciar absolutamente nada. Y es que además nos gusta y tenemos derecho a disfrutarla.

Es lo mismo que pienso con la Copa del Rey.  Entiendo, hasta cierto punto, la posición de marcar objetivos y dosificar esfuerzos, pero no compartiré jamás planteamientos de club en los que se denigra una competición. Mirad, el año del Centenario donde en el club se dio la orden de priorizar la Liga y Champions por delante de la Copa. Hay que pelearlo todo. Y digo “club” y “priorizar” porque desde un principio fueron todos, incluidos Marcelino y Mateu, quienes hablaban desde el consenso de oxigenar, priorizar y rotar. De hecho Mateu Alemany así lo dijo en rueda de prensa durante las primeras rondas y lo confirmaba en noviembre del año pasado: “Públicamente tanto el entrenador como yo siempre manifestamos que, dado el calendario, la prioridad, el gran objetivo, era conseguir estar entre los cuatro primeros en La Liga. Con los calendarios actuales es inviable poder usar un once tipo continuamente en todas las competiciones. Ambos manifestamos que la Copa la íbamos a competir pero evidentemente usando la profundidad de la plantilla que teníamos y dándole minutos a los jugadores con menos minutos. Y eso fue así”.

Pero fueron los propios futbolistas, igual que me pasó a mí con mi copa de Woody, quienes, heridos en su orgullo tras el partido de ida de Cuartos en Getafe sintieron la necesidad de pelear esa competición con todas sus fuerzas. Estaban tocados de la patata, no querían tirar esa competición de esa manera. Así lo explicaba Mateu: “Jugamos el partido de cuartos ante el Getafe rotando. A la vuelta, con el 1-0 del partido de ida, tenemos una comunicación clara por parte del vestuario respecto a lo que deseaban, y evidentemente el míster y yo hablamos del tema: los futbolistas estaban ultramotivados para pasar esa eliminatoria. Era fácil, íbamos a tratar de meternos en semifinales. Lo que falta entender ahí es la importancia que tiene un vestuario en un club de fútbol”. 

Y es que, amigos lectores, decidieron desde el club, desde la quinta planta y el despacho de Paterna sin tener en cuenta lo que pensaba, opinaba y sentía un vestuario herido en su orgullo y que se comía el césped. Lo que pensaba la afición ni se lo plantearon, por supuesto.

De ahí que Mateu reconozca el gran error que, desde que está Meriton, se repite más por la ausencia de ganas de escuchar que por las ganas de transmitir. Así lo explicaba el mallorquín: “Faltó comunicación. Ese fue el error. Estoy convencido que no llegó la comunicación a Peter”.

Y el resto, es historia. Desde luego, aunque fue un aliciente más para la destitución de Marcelino y, por ende, la salida de Mateu, que nadie se engañe: Se fueron por otras historias mucho más enrevesadas. Actitudes y declaraciones aparte, temas más relacionados con los celos de la propiedad  -y todos sus representantes en el club- ante la gestión dentro y fuera del campo y, por supuesto, los halagos y méritos que –con total merecimiento- se llevaba la dupla M&M.

Tirar la copa, sin embargo, fue lo que se hizo la campaña pasada. Ahí ni rotaciones, ni oxigeno asistido. Fue un drama de principio a fin -por suerte poco para nuestra vista y tacto-. Logroñés ganan por la mínima, Cultural en Penalties y el Granada nos echa fuera. Los tres nos dieron un baño. El año pasado, con Celades en el banquillo sí que se percibió el descaro de arrojar a la basura una competición tal y como ocurrió en los primeros años de Meriton con Nuno al mando. Porque esta competición nunca les ha llamado la atención. Principalmente porque no da dinero ni posibilidades de conseguirlo en ninguna de sus formas. Eso de disfrutar la Copa no va con la gente de Meriton –al menos la del Rey-.

Pero quiero decirles que una Copa cuesta mucho ganarla y poco perderla, pero genera mucha más ilusión y sentimiento de pertenencia que conseguir los objetivos europeos o económicos del año. Porque, al final, siempre se nos olvida que el fútbol se trata de jugar y ganar partidos. Competir y lograr títulos. Celebrar victorias y hacer felices a aquellos que se dejan la piel para que esto pueda salir adelante.

Por eso la Copa del Rey, tan maltratada durante muchos años, es una competición fantástica que debemos cuidar y mimar ya que en 8 ocasiones hemos levantado el trofeo y en otras tantas lo hemos acariciado.

Así que les pido a esta plantilla, a este entrenador y, sobre todo, a los dirigentes de este club que intenten dar el máximo. A los futbolistas que se dejen la piel y demuestren, tal y como hizo ese vestuario, que tienen hambre y ganas de comerse el césped; al entrenador que no se amilane y que pelee cada alineación para conseguir la victoria; y al club que fiche, que le dé herramientas al entrenador para poder hacer posible el sueño de competir un título que le gusta a esta afición. Mateu dijo que “un buen club debe tener la suficiente cintura para cambiar rumbo sobre el terreno" Aún estamos a tiempo, seamos un Valencia Bronco y Copero.

Pero mi reflexión de hoy va también con un toque de realismo, porque conociendo los tres estamentos anteriormente mencionados, tengo el miedo de que apostar o pelear la copa pueda complicarte la vida.

Como cuando por pelear la copa en la discoteca te la acababan tirando encima o llevándote una galleta del seguridad de turno.

Porque, no nos engañemos, el miedo que todos tenemos es que la Copa acabe siendo garrafón.

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