VALÈNCIA. Las cosas no pasan porque sí y el análisis del contexto en que suceden permite comprender los hechos puntuales. Anda el levantinismo revuelto con la planificación deportiva de la campaña que hoy comienza por una serie de cuestiones: la falta de confianza en la cantera y de salidas de futbolistas que lastran el nivel general de la plantilla, y la ausencia de refuerzos para el área más frágil del equipo, el centro de la zaga.
En la apuesta por Manolo Salvador, en detrimento de Tito, se reformó profundamente el modelo deportivo del club, se hizo en realidad una brusca marcha atrás. La dirección deportiva iba a marcar las directrices, por encima del cuerpo técnico. Así fue con Tito, quien en todo caso ajustaba con Quico los aspectos económicos. Con Faura se volvió atrás. La dirección deportiva propone pero no dispone, elabora informes. En su día ya explicamos que este modelo tenía sentido por el factor diferencial que representó, y representa, Paco López, un entrenador implicado en el Llevant más allá del habitual cortoplacismo, una apuesta fergussoniana, insólita en la historia levantina, encomiable, a mi entender.
Este es el contexto en que llega un delantero más y ningún central, algo para lo que necesitamos una explicación. Me aventuro: el drama de las transiciones defensivas y del balón parado son problemas más tácticos, y del perfil del once, que de futbolistas concretos para posiciones concretas. Eso creo que entiende el míster de Silla. La búsqueda del equilibrio entre defensa y ataque es una quimera a la que aspirar; no un objetivo con el que obsesionarse. Lo realmente importante es mantener la dinamita arriba y cruzar los dedos para que los seis de atrás estén inspirados, expuestos a un sistema que deja al descubierto sus debilidades.
Eso es lo que habrá que esperar para el curso que empieza y para el propio partido de hoy. Un Llevant ofensivo, vertical y con riesgos atrás. Nada nuevo, en realidad. Dentro de esta realidad, de esta apuesta al 9, yo creo que obvia, López cuenta con que será capaz de abordar al menos un par de retos pendientes: mejorar el equilibrio, sin perder de vista que lo realmente importante es generar ocasiones y goles; y abortar la autocomplacencia y la falta de intensidad y actitud vistas durante el esperpento del final del curso pasado, una vez conquistada la permanencia virtual, tras caer en puertas de la final de Copa. Si consigue mejorar estas dos facetas, es muy probable que el Llevant mejore sus prestaciones, con mayor holgura clasificatoria y crecientes ilusiones, y que se refrende abiertamente, por tanto, la clara apuesta ofensiva de López.