Llegados a este punto reclamo de los fichajes que se parezcan más a aquellos que buscan con hambre reivindicarse, en lugar de futbolistas que ven al VCF como un trámite.
VALENCIA. Honestamente, no deja de deprimirme pensar que mientras Manolo Sanchís está comprándose una máquina de hielo, balas para el 243, cacao para la mama, curacao, gran manier o drambui, el resto de esta nuestra humanidad estemos con cuestiones tan pedestres como los nombres de los fichajes que como una ráfaga de balas van a acabar llegando al equipo.
En esta lista de la compra, la de los refuerzos, me inquieta poco quiénes sean, me inquieta más el por qué lleguen, el cómo vengan. Nosotros, el entorno, hemos dado sobradas muestras de incompetencia a la hora de valorar una contratación, ensalzando bombas sin detectar que toda su carga explosiva había ya desaparecido, dando por buenos centrales del montón, adivinando brotes verdes en zagueros mustios perdidos. Censuramos la llegada de Carboni, ensalzamos la de Negredo.
Ahora que está cerca de terminar el momento futbolístico más emocionante del año (¡calciomercato!) para dar paso a la rutina de la temporada, lo que importa es comprobar si el Valencia -con todas sus limitaciones y excusas conocidas- ha hecho un equipo de autor, otro empastre o una mezcolanza impersonal.
Jugadores como Cancelo -parece no servirnos pero le sirve al Chelsea o al Inter- exhiben que el problema más que en los apellidos radica en para qué desembarcó el jugador en la plantilla. Cancelo llegó para marcharse, esto es para bregar su talento y luego dar el salto. El paradigma trampolín.
Cuando llega un fichaje más que por sus supuestas bondades hay que escrutar las intenciones. Las suyas viniendo, las del club contratando.
¿Viene porque está por hacer y el Valencia es un equipo de oportunidades en el que tomar altura y prepara un poderoso desembarco más tarde?, ¿viene, en cambio, porque tras fases de decadencia (lesiones, faltas de minuto…) encuentra alrededor del ‘marcelinismo’ un hábitat fiable en el que recuperarse?, ¿viene porque el club es un salto en su carrera?, ¿o viene, tan solo, por los vaivenes del mercado, por oportunidades imprevistas, por intercambios comerciales…?
El lugar del Valencia en la competición de los fichajes no depara muchos más escenarios dada su escasa pujanza. Llegados a este punto reclamo de los fichajes que se parezcan más a aquellos que buscan con hambre reivindicarse, en lugar de futbolistas que ven al VCF como un trámite. Dilucidar si estamos ante un equipo de autor -de tirada modesta, de poder económico escaso pero con voluntad y estilo- u otro equipo más configurado por el oportunismo del mercado, al servicio dócil de las operaciones. La enésima prueba del algodón para que un proyecto asentado en la fe ciega recupere alguna pizca de credibilidad.