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Tréboles de cuatro hojas

18/09/2021 - 

VALÈNCIA. Que cerca de 30.000 aficionados puedan acudir a Mestalla es, posiblemente, una de las mejores noticias que haya podido recibir el valencianismo en los últimos tiempos por lo que significa de cercanía con la antigua ‘normalidad’ y que sea en un partido ante el Real Madrid supone un plus de aliento al equipo desde la grada cuando más falta puede hacerle por la envergadura del rival y es que a la victoria de la temporada pasada, aunque los incondicionales del equipo de Don Florentino dicen que le sobraron penaltis, le faltó el público que pudiese festejar una alegría cuando tan carentes de ellas andábamos por aquí. Y es que el partido llega en el mejor momento: la libertad de jugarlo sin complejo alguno sin sentir el calor de la parte baja de la tabla, al que -lamentablemente- nos tuvimos que acostumbrar la temporada pasada, y la Fe que crece en el vestuario al comprobar que el ‘método Bordalás’ funciona, hace del de mañana un partido absolutamente festivo. Si se gana -quiera Dios que así sea- se podrán afrontar con absoluta confianza los siguientes partidos frente a rivales que son de ‘nuestra liga’ aunque habían dejado de serlo y… si no se consigue la victoria, ni supondrá un descalabro clasificatorio, ni conllevará un dolor demasiado lacerante porque nadie duda, un día antes del choque, que el equipo no le quitará la cara al partido y no hará, en caso alguno, el ridículo que tanto desesperó a la afición valencianista cuando en el vestuario no había exigencia ni en el Club vergüenza.

La trayectoria desde que arrancó la temporada no puede invitar a otra cosa que no sea el optimismo pero, haciendo un ejercicio de frialdad de los poco habituales cuando los colores duelen, no creo que sea conveniente cargar en la mochila del equipo la obligación de ganar mañana. La obligación es competir y hacer sudar tinta china al rival pero… siempre es mejor, en este tipo de partidos, otorgar al favoritismo a quien, por presupuesto, realmente le corresponde. Es un choque para disputarlo con toda la exigencia y con toda la responsabilidad pero sin complejo alguno: con la certidumbre que ningún jugador es más importante que todos juntos y con los mecanismos de solidaridad y esfuerzo que tan buenos resultados han venido dando desde que arrancó la liga, con las cautelas defensivas necesarias para contrarrestar el poder atacante de los de Ancelotti pero sabiendo que el partido brindará oportunidades para el ‘zarpazo’ y sabiendo que aquí también tenemos argumentos y futbolistas para que ese zarpazo sea letal. Una fórmula tan antigua como el fútbol mismo con la que el Valencia se ha agigantado en momentos puntuales de su historia y que algunos visionarios han intentado alterar, en otros momentos, buscando tréboles de cuatro hojas. 

Esa y no otra es la esencia del Valencia CF: el ‘fútbol verdad’ desprovisto de ornamento y cimentado en la épica. Esa esencia que convierte al Valencia en equipo engorroso y terriblemente difícil de batir cuando es capaz de sublimarla y que nos ha hecho pequeños cuando la hemos abandonado. Juntar líneas, apretar los dientes y luchar como si no hubiese un mañana de principio a fin. Algo tan sencillo pero tan difícil de llevar a cabo si faltan el orden, la responsabilidad y la exigencia.


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