VALÈNCIA. El Valencia Basket ha completado un 2018 discreto en el que no logró el objetivo de regresar a la Euroliga al final de la pasada temporada, pero que cierra en su mejor momento del año con ocho victorias consecutivas entre la Liga ACB y la Eurcocopa en la que toma parte esta temporada.
El equipo arrancó el 2018 en la parte baja de la tabla de la máxima competición del baloncesto europeo sin apenas opciones reales de acceder a los cuartos de final y aunque en los últimos partidos de esa competición escaló algunos puestos en la clasificación, no pudo llegar a luchar por pasar de ronda.
Cerró su cuarta participación en la Euroliga en la undécima posición, de dieciséis equipos, a cuatro triunfos del octavo, que fue el último que se clasificó y con la amarga sensación de que si en el final de 2017 hubiese sabido cortar su racha de diez derrotas seguidas habría tenido opciones.
El primer gran disgusto de 2018, llegó antes de acabar la Euroliga, en el mes de febrero. El conjunto que dirigía Txus Vidorreta cayó en cuartos de final de la Copa del Rey ante el Iberostar Tenerife, en un encuentro en el que confirmó los problemas de juego que arrastraba.
En la Liga ACB, el equipo valenciano arrancó el año en tercera posición, con el mismo balance que el segundo y el cuarto, y acabó la fase regular en esa cuarta posición que le permitía tener el factor cancha a favor en los cuartos de final, en los que quedó emparejado con el Herbalife Gran Canaria.
Tras ganar en el primer encuentro en la Fonteta y perder en Las Palmas, el Valencia se jugó la temporada a un solo encuentro, ante su público. Ganar suponía además de pasar a semifinales clasificarse para la Euroliga, pero cayó por un ajustado 89-92.
La derrota, tras un breve periodo de reflexión, llevó al club valenciano a no proponer la renovación a Vidorreta, sin que las muchas lesiones que sufrió el equipo fueran suficiente atenuante en el juicio a su labor.
Después de otra corta reflexión, la entidad ascendió a primer entrenador a Jaume Ponsarnau, que había sido su ayudante y previamente el de Pedro Martínez.
El verano sirvió para renovar a Sam Van Rossom, Guillem Vives, al capitán Rafa Martínez y a Will Thomas y para contratar a Matt Thomas, Louis Labeyrie y Mike Tobey, lo que añadía juventud, puntos y energía a la plantilla y mantenía el núcleo del equipo.
Todo ello a la espera de recuperar a Antoine Diot, que se pasó en blanco como consecuencia de sus lesiones la anterior temporada.
El arranque de la actual campaña fue irregular, con un equipo desdibujado, sin una idea clara de juego y sin rigor, que tocó fondo en una durísima derrota en la cancha del Tenerife a mitad del mes de noviembre.
Desde entonces, el Valencia ha reconducido el rumbo. Ponsarnau ha elevado el nivel de exigencia, la plantilla ha recuperado lesionados, incluido Diot, y se ha establecido una primera idea de juego, en la que una defensa intensa, aunque aún no constante, permite correr y anotar al contragolpe.
Con esa seña de identidad, el equipo ha enlazado en este final de año ocho triunfos entre la ACB y la Eurocopa, lo que le ha permitido pasar la ronda del torneo continental como primero de grupo y en la Liga encarrilar el pase para la Copa del Rey, e incluso plantearse ser cabeza de serie en las últimas dos jornadas de la primera vuelta.
Pero, sobre todo, el Valencia ha conseguido despejar las muchas dudas que había entorno al proyecto que encabeza Ponsarnau, quien tras haber llegado a estar cuestionado, ahora se encuentra asentado al frente de un grupo que confía en sus directrices aunque todavía no se ha podido probar ante un rival de entidad.