Hace unos meses, el mundo era color de rosa para gran parte del valencianismo, que se frotaba los ojos contemplando la marcha triunfal de un equipo que, resucitado de La Nada por Mateu Alemany y Marcelino García Toral, disparaba la ilusión de Mestalla, que incluso soñaba con presentar candidatura al título de Liga...
VALÈNCIA. “El mundo no es color de rosa, es un lugar mezquino y feo. Y por más fuerte que seas, la vida te pondrá de rodillas y no te dejará levantarte si es que la dejas. Ni tú, ni yo, ni nadie golpea tan fuerte como la vida. Pero lo importante no son los golpes que das, sino lo que eres capaz de soportar sin bajar los brazos. Hay que seguir resistiendo los golpes sin dejar de avanzar, así es como se gana. Si sabes cuánto vales, exige lo que te mereces. Aguanta los golpes y no comiences a señalar a otro o a nadie porque no estas donde quieres estar. Los cobardes hacen eso y tú no lo eres. Tú eres mejor que eso”. El consejo de Rocky Balboa a su hijo, una lección de vida en toda regla, debería hacer reflexionar al personal sobre el estado de ánimo del VCF. Hace unos meses, el mundo era color de rosa para gran parte del valencianismo, que se frotaba los ojos contemplando la marcha triunfal de un equipo que, resucitado de La Nada por Mateu Alemany y Marcelino García Toral, disparaba la ilusión de Mestalla, que incluso soñaba con presentar candidatura al título de Liga.
Hoy, tras cinco derrotas consecutivas – tres en Liga y dos en Copa-, habiéndose esfumado el colchón de puntos sobre diferentes perseguidores y después de un aluvión de bajas sensibles, el mundo se ha vuelto un lugar mezquino y feo para el valencianista. Como nadie golpea tan fuerte como la vida, el aficionado ché se ha visto de rodillas en un abrir y cerrar de ojos, sufriendo una sucesión de golpes consecutivos: no se ha rematado satisfactoriamente el mercado de invierno, está costando Dios y ayuda salir de la cuesta de enero, algunos que bendecían a Marcelino ahora le cuestionan, se está echando de menos a Guedes porque hace falta como el comer, Zaza se ha estancado para desgracia del equipo, Parejo ha bajado su buen tono y a pesar de Kondogbia – qué futbolista señores, qué futbolista-, el equipo se marchó de la nevera del Metropolitano sin chutar a puerta, congelando el ánimo de propios y extraños. El equipo ha competido, con sus limitaciones pero siempre de manera digna y organizada, todo lo mejor que ha sabido o podido. No le ha alcanzado, cierto, pero ahora, con todo en contra, se apresta a completar el final de su etapa alpina frente el mejor equipo del mundo, el Barça de Messi, que encara el segundo asalto de semifinales con renta y viento a favor.
Hay quien, desde el pesimismo de los malos resultados y tras haber olvidado los buenos, tiene ganas de bajar los brazos. Y quien, desde la pasión pero no desde la mesura, prefiere culpar al empedrado de los golpes recibidos, culpando a los árbitros, viendo manos negras o creyendo que al VCF siempre le ponen una pierna encima para que no levante cabeza. Es más fácil señalar a otros porque el Valencia CF no está donde quiere estar que seguir aguantando los golpes de la vida sin dejar de avanzar, porque, como dice Rocky, así es como se gana. Buscar excusas en forma de lesiones, plantilla corta, arbitrajes, calendario o mala suerte es tener una actitud cómoda, conformista y hasta cobarde. Y el Valencia CF nunca lo ha sido. Su historia rechaza el conformismo y no tolera excusas de mal pagador. Ahora no es tiempo de reproches ni dudas. Es hora de disfrutar, pelear y superarse a uno mismo, de darlo todo para estar, diez años después, en una final de Copa del Rey. Un ciego lo habría firmado el pasado junio.
Ahora es el momento de emular le lección de vida de Balboa. Es hora de aguantar los golpes de la vida sin dejar de avanzar, porque sólo así es como se gana. Sí, estar en la final está complicado. Sí, el Barça está intratable. Sí, tienen a Messi. Y sí, el VCF no vuela, pero hace unos meses este equipo estaba muerto y enterrado y dentro de unas horas, tendrá la oportunidad de volver a una final. Eso exige un respeto. Es posible que el VCF no pueda eliminar a Messi y compañía, pero si Mestalla aviva el ardor guerrero del equipo, porque esa afición denostada nunca falla, que nadie dude que los jugadores, ganen o pierdan, van a resistir los golpes sin dejar de avanzar. Y en caso de duda, recuerden el consejo del entrañable Mickey cuando Rocky estaba exhausto: “Eh, un asalto más, no he escuchado la campana”. Hay que avanzar sin dejar de soportar los golpes. Así es como se gana.