Hoy es 11 de octubre
VALÈNCIA. Algunas voces debaten estos días, como un pasatiempos divertidísimo, si el mercado de invierno ha sido bueno para el Valencia. El problema es que para contestar habría que desgajar la pregunta: ¿para qué Valencia?, ¿para el del entrenador o para el de la propiedad? ¿Para el Valencia que juega a fútbol o para el que mediante servidumbre es soporte de terceros? ¿Ha sido bueno para el objetivo de mantener a dieta al club o para el objetivo de escalar posiciones en Liga?
En líneas generales el mercado ha sido buenísimo. Como lo viene siendo desde hace años. Ha sido muy bueno para la constelación que cuando se gana, gana, y cuando se pierde, también gana. Ha sido rebueno para la organización parafutbolística que usa a algunos clubes como puntitos desde los que trazar su línea de negocio. Y cuyo trazo solo varía cuando busca adaptarse a las circunstancias: si el equipo está en peligro, aprieta; si está tranquilo, afloja.De tanta práctica, hemos acabado invirtiendo los términos: ya no es el Valencia quien hace o no un buen mercado, es el propio mercado quien se lo hace (bien o mal) al Valencia. Asumiendo lo evidente: quienes mueven los hilos de las transacciones van desplegando sus artes y, según convenga, encajan al Valencia en su juego.
No, claro que no solo sucede con el equipo murciélago. Es una dinámica global que tiene multitud de víctimas. Y no, claro que tampoco es un factor nuevo, sino que ha venido sucediendo desde hace años. Una tensión constante que busca sucumbir la soberanía de los clubes en beneficio de partes terceras. Pero una tensión que se ha acelerado al extremo en la última década. La UEFA intentó atajar la velocidad del mercado poniendo límite al TPO y ahora la FIFA busca crear la Clearing House, una herramienta para limitar al 6% la ganancia de los agentes. Movimientos reactivos que llegan tarde y obvian el mayor de los problemas: las propiedades de muchos clubes tienen intereses que no tienen que ver solo con elbeneficio del propio club.
Al Valencia no ha llegado un ‘seis’ para la medular por el simple motivo de que el principal objetivo no es reforzarse en base a criterios técnicos, sino ser útil en el mercado. El problema: el Valencia no practica las buenas relaciones con las partes terceras en pos de beneficiar sus propios intereses y conseguir así que el mercado se adapte a las necesidades del Valencia. Al contrario, es el Valencia el que se adapta a las necesidades del mercado. Un útil en mitad de la nada.