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¿Un estadio para qué club?

9/03/2023 - 

Después de tantos años de un club sin su nuevo estadio, de repente la dirigencia y los gobernadores civiles del Valencia podrían alumbrar el último tirabuzón: un nuevo estadio sin un club.

Atreverse a pontificar sobre el impulso que la administración de la SAD le está dando al nuevo estadio, teniendo en cuenta que sitúan al club penúltimo, teniendo en cuenta que parece evidente que el Valencia como mínimo tonteará con caer a la segunda división durante los próximos meses, teniendo en cuenta lo que supondría para su estado de salud bien maltrecho… atreverse a ello teniendo en cuenta todo esto, es solo producto de unos guionistas bien talentosos en el noble arte de hacer mirar a otro lado.

Si Atitlan tiene atada la compra del terciario del Nou Mestalla (‘en el caso de…’) es porque se trata de un grupo experto en conseguir oportunidades en momentos bajos… y esperar a que puedan florecer. El asterisco gigante que vincula la rúbrica a la condición de que el estadio se lleve a buen puerto, condiciona dos ventajas a su favor: 1) poder alcanzar el acuerdo en un momento de debilidad máxima para el Valencia, por tanto de mayor ventaja para la parte interesada, 2) poder asegurar que la operación se ejecutaría si el Valencia ‘sigue ahí’, dando por hecho que tendría fuerzas con las que abordar la ‘reconstrucción’ de su nuevo estadio.

Un estadio, sí, ¿pero para quién? La virulencia con la que el discurso oficial se faja para plantear, justo ahora, la del estadio como la cuestión trascendental evidencia el pasmo ante la realidad. Una escala de prioridades que apenas atiende a lo primordial: salvar al club, y por tanto sumar alianzas en ese propósito. 

Tanta combatividad en el entorno local, y tan escasa en el entorno español, demuestra más preocupación en salvar la cara a la propiedad que hacerlo con el propio club. El silencio de las instituciones españolas (Liga y Federación) respecto a la gestión negligente de los administradores del Valencia, se paga con el silencio del Valencia ante decisiones negligentes en la competición. El club, aquí también, queda fuera. Se trata de otra cosa. Un pacto productivo. 

Un estadio, sí, ¿pero para qué club? 

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