VALÈNCIA. Releía ayer 113 icones de la història del Llevant UD de Emilio Nadal y el último icono es Paco López, que hoy llega al mando del Granada. En el libro hay dibujos mejores y no tan buenos de Herr Ralf pero el del mestre de Silla es tremendo. Aquel niño, recuerda Nadal en la semblanza, venía de niño al Nou Estadi, como hincha; años después llevó el 10 a la espalda, como futbolista, y hoy es el entrenador que más puntos ha firmado con la escuadra levantina en Primera. Icono y leyenda. Agua pasada no mueve molino, pero nunca está de más recordar que destituirlo tras ocho jornadas y unos cuantos partidos que no se ganaron porque esto es fútbol y los dioses a veces se confabulan en contra, fue una sandez, uno de los peores errores de Quico Catalán en sus ya catorce años de mandato. La consecuencia, el descenso a Segunda.
Otra cosa es que cuando empiece el partido no hay que tener piedad del Granada porque hay que ganar como sea, que lo cortés no quita lo valiente, y los andaluces son un rival directo, con el que, además, hay cuentas pendientes.
¿Es Calleja fiable?
Hoy es un partido (como otros) para testar la fiabilidad del proyecto, conservador, de Calleja. Con la mejor plantilla de Segunda (con mucha diferencia) y el mejor fútbol (con permiso de Las Palmas) nos conformamos con estar terceros en la jornada 22, a tres puntos del líder y sólo cuatro por encima de la séptima plaza. ¿Qué quieren que les diga? Me sabe a poco. A mi y a muchos. Porque, más allá de los puntos, sigo viendo un margen de mejora de este equipo que, pasan los partidos, y no llega a plasmarse. Así, me inunda un cierto aire de decepción, como si los que nos gobiernan, desde el banquillo y desde el palco, estuviesen anestesiados, en todo o en parte, como si no fuesen conscientes de que es necesaria una marcha más, que no podemos llegar a la penúltima jornada jugándonoslo todo a una carta, que es evidente que tenemos futbolistas más que de sobra para liquidar el ascenso con dos meses de antelación y que todo lo que no sea eso es un riesgo innecesario, jugárselo a la ruleta.
El Llevant de Calleja peca de cagón, va al ritmo del Llevant de Mané en 2005, sólo que aquello en 2023 no es viable y parece intolerable, ante la inversión realizada y con las reglas actuales de luz y taquígrafos.
Hay que ser ambiciosos cada domingo y más aún en partidos este, auténticas finales contra rivales directos. Hay que dar puñetazos sobre la mesa y dejar de justificarse. El Llevant debe liderar la Segunda y sacar una ventaja a sus rivales, jornada a jornada, que permita un ascenso inapelable, antes del final. Todo lo que no sea eso es un fracaso.
Ojalá los que son tan condescendientes con el Llevant de Calleja (y los que lo fueron con el de Natfi) hubiesen respetado en su momento el crédito de Paco López. Y jamás hubiésemos vivido un infierno como el del curso pasado. Ni estaríamos ahora en Segunda, jugándonos un partido vital contra el Granada… de Paco López. ¡Ai, el fútbol! Siempre lleno de paradojas.